27 de noviembre de 2007

La estadística de la muerte

Podría hablar de la visita de Rajoy a León, de esa subasta de rebajas tributarias o de la escalada de los tipos de interés. Coincidirán conmigo que el Partido Popular debería cambiar de Director de Comunicación porque lo de “Con Rajoy es posible llegar a fin de mes” me parece un lema electoral directamente lamentable. Entre otras cosas porque no sabemos si se refiere a que con el sueldo de Rajoy es posible llegar a fin de mes, cosa que ya suponíamos, o que repartirá parte de su salario entre todos nosotros, cosa que dudo. Veo más acertado al PSOE con sus campañas y ayer, el día de la proclamación de Zapatero a los sones de la canción de Tequila “que el tiempo no te cambie”, lo han vuelto a demostrar. Otra cosa es que la comunicación no deja de ser el marketing de la política, y más importante que el mensaje es la calidad del producto. Aunque esa es otra historia.

Pero existen cuestiones más importantes. Ayer, 25 de noviembre, era el Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres, y este Día nos vuelve a recordar una dramática realidad: en lo que va de año han sido asesinadas 67 mujeres en España, y prosigue la vergonzosa estadística de años precedentes: 68 mujeres en el año 2.006, 62 en el 2.005….Y cada número es una vida segada, un futuro arrebatado. Uno de los últimos asesinatos, el de Svetlana, apuñalada por su antigua pareja cuatro días después de rechazarle ante las cámaras de televisión vuelve a plantear muchas cuestiones, como el papel de los medios o la eficacia de las instituciones. Pero no nos engañemos: aunque todos tengamos algo que hacer el gran responsable es el que mata. De la misma manera que, en la tragedia de Shakespeare, el gran culpable es Otelo, que estrangula a Desdémona, no Yago, que le hizo creer que su mujer le había sido infiel.

Algo se ha hecho en los últimos años para eliminar esta auténtica lacra social, pero las cifras siguen siendo estremecedoras. Sobre todo cuando pensamos que detrás de cada número existe una historia dramática de brutalidad, humillación y violencia. Cuando sabemos que cada dato esconde una tragedia, su víctima y su verdugo. Cuando imaginamos cuantos hijos (como el de Svetlana, de dos años) tendrán que vivir sin el cuidado y la sonrisa de una madre porque un desalmado decidió que era suya y que no podía ser de nadie más.

No estoy muy de acuerdo con la expresión “violencia de género”, aunque cómo lo llamemos es una cuestión absolutamente secundaria. No creo que tenga que ver con el género, sino con la obsesión que mueve al maltratador, que es imponer su voluntad a otra persona a través de la amenaza constante, de la violencia diaria, de la humillación y el desprecio como arma y estrategia. Se trata de una forma de terrorismo, que se desarrolla en el ámbito doméstico, que muchas veces se oculta como algo vergonzante porque la víctima piensa erróneamente que es tan culpable (o responsable) como el verdugo. Por ello lo esencial, lo primero, es partir de que nadie tiene derecho a decidir cómo tiene que ser la vida de otra persona, que el “no” siempre significa “no”, que no hay excusas ni circunstancias que justifiquen el maltrato o la humillación. Y que la Ley tiene que ser implacable con aquellos que no respetan la libertad, la integridad o la vida de sus semejantes.

Existe un problema y es que la violencia doméstica hasta ahora nunca se ha visto como lo que es: una vergüenza para todos, un crimen que hay que desterrar. Hasta hace poco los diarios se referían a estos dramáticos hechos como “crímenes pasionales” y el Código Penal considera una atenuante los estados pasionales. Incluso expresiones tan terribles como “la maté porque era mía” han estado instaladas en el inconsciente colectivo durante muchos siglos, y tenemos que luchar contra esa herencia.
Por eso creo que lo primero es que la sociedad vea el terrorismo doméstico como una lacra que hay que eliminar a toda costa y que nuestros gobernantes lo asuman como una prioridad política. En este sentido algo estamos avanzando y es necesario convertir esa conciencia social y esa voluntad política en medidas concretas y efectivas que consigan desterrar esa siniestra estadística de mujeres asesinadas. Al parecer sólo se denuncian el 10 por ciento de las agresiones, y este es el primer aspecto en el que hay que incidir. Que denunciar los malos tratos no tiene que avergonzar a quien los sufre, sino a quien los ejerce. Porque la maltratada tiene que encontrar, desde el primer momento, la comprensión y el apoyo de todos. Y medios de comunicación, policía, jueces y fiscales, la sociedad entera, debemos hacer algo para que esta estadística de la muerte deje de ser noticia.

18 de noviembre de 2007

Por qué no te callas y otros temas de actualidad

Debo comenzar reconociendo que éste no era el tema que tenía previsto para mi cita quincenal con mis lectores, pero no es menos cierto que la actualidad manda y a nadie se le escapa que esta Cumbre Hispanoamericana será recordada por la famosa frase de Su Majestad, dirigida a este moderno Tirano Banderas que es Hugo Chávez. Tenía dos cuestiones en la recámara que deberán esperar para mejor ocasión. La primera era mis impresiones sobre la sentencia del 11-M que, en mi opinión y por encima de otros aspectos, nos ha reconciliado a todos con el saludable funcionamiento del sistema judicial español. La sentencia nos recuerda un dato fundamental: los Tribunales se pronuncian sobre las consecuencias jurídicas de los hechos que el propio juzgador considera probados, y no se dedican a hacer elucubraciones teóricas sobre supuestas conspiraciones. Y un aviso para navegantes: lo que los ciudadanos queremos es que el Estado ponga todos los medios para que el 11-M no vuelva a repetirse y que todos los condenados cumplan las penas impuestas. Se lo debemos a las víctimas.

El segundo tema previsto era la situación económica del Ayuntamiento de León y su Plan de Salvación Económica. Me ha chocado que una de las primeras medidas de choque sea la subida del Impuesto de Bienes Inmuebles en un 26,4 por ciento. Los defensores de la medida argumentan que nuestra presión fiscal es inferior a la de otros municipios similares pero me temo que han comenzado por lo más fácil. Y aventuro que lo que se consigue subiendo el IBI es que los que trabajan en León se escapen a vivir a los municipios del Alfoz, con lo que la recaudación municipal se acabará resintiendo. Confío no obstante en que el Plan Marshall de Francisco Fernández no quede en una subida de impuestos y se analicen y resuelvan los grandes problemas: el exceso de plantilla, las prioridades en el gasto, el patrimonio del Ayuntamiento o los servicios impropios que León presta a los municipios del Alfoz. Otro aviso: no se puede hacer tortilla sin romper los huevos.

Pero como iba diciendo la actualidad no deja de imponer su jerarquía, y el “¿por qué no te callas?” ha sido la noticia más leída y comentada a nivel mundial en las últimas 48 horas. De hecho ya circulan montajes y chistes por la Red y la expresión del Rey acabará siendo el tono más utilizado en los teléfonos móviles.


Sobre el incidente en la Cumbre, y como decía Jack el Destripador, vayamos por partes. En primer lugar no negaré a Hugo Chávez el derecho a expresar sus opiniones sobre el que fuera nuestro Presidente del Gobierno (por cierto, cuánto le cuesta a Aznar abandonar la primera página de la escena política). Pero la libertad de expresión tiene su primer límite en la buena educación y las descalificaciones siempre retratan a quien las hace. Por otro lado, creo que Zapatero ha estado firme y a la altura de las circunstancias exigiendo respeto para quien fue elegido por los españoles para ser su Presidente (y en una auténtica democracia como la nuestra). Y no creo que la culpa de todo la tenga Zapatero y su política exterior, como sostiene el PP, porque desde los tiempos de Aznar tengo la sensación de que no tenemos una política exterior clara y nos dedicamos a ejercer un extraño papel en eso que llaman la comunidad internacional.

Comprendo y respaldo, y probablemente seremos muchos, la frase que nuestro Rey ha dirigido a Hugo Chávez. El problema de Hugo Chávez (como el de Fidel Castro) es que están tan acostumbrados a oírse a sí mismos que no escuchan a nadie. Personajes como Fidel, que se dedica a hacer discursos interminables sobre “Revolución o Muerte”, o como Hugo Chávez, que tiene incluso un programa en la televisión que se titula “Aló Presidente”, es que sólo conciben el monólogo y no soportan que nadie les diga nada. No sólo no comprenden la disidencia sino que la persiguen y se dedican a dar la lata durante horas y horas con esa retórica populista según la cual el culpable de todo es la “noche neoliberal” que quiere extenderse por América Latina. Aunque la democracia liberal que ellos detestan haya conseguido crear empleo, riqueza y bienestar no sólo en Europa sino también en algunos países de Hispanoamérica.

Lo que sucede es que, pasada la Cumbre Hispanoamericana, Hugo Chávez volverá a su República bananera y, bajo el pretexto de que fue elegido democráticamente (como Hitler), seguirá con sus pesados y vacíos discursos, empujando a su Nación hacia el desastre. Por eso está bien que por una vez, alguien le haya dicho que se calle. Aunque, sin querer enmendar a Su Majestad, yo le hubiera dicho: “¿Hugo, por qué no te callas… y escuchas?. Es probable que aprendas algo”.