13 de agosto de 2009

Las amistades peligrosas

La noticia de la semana es que el TSJ de Valencia, por decisión dividida como en el boxeo, exculpaba al Presidente de la Generalitat, Francisco Camps, y a otros políticos del PP porque –al parecer- no ha existido una relación directa entre los supuestos regalos y la conducta de los funcionarios o autoridades. Lo que más gracia me ha hecho del Auto es cuando dice que ‘hay entender excluidos del delito de cohecho aquéllas entregas que por su insignificante cuantía o moderación, no sean objetivamente adecuadas para motivar al funcionario a actuar, o que vengan amparadas por los usos sociales’. Es decir, regalar trajes de 900 o maletas de 1.000 euros es insignificante, lo mismo que invitar a un café. Verdaderamente, los políticos y algunos jueces viven en una realidad paralela a la del resto de los mortales. O quizás asistimos a la eclosión de una nueva especie de mileuristas, no porque ganen mil euros al mes, sino porque les regalan objetos que rondan ese precio.

La conexión valenciana del caso Gürtel ha demostrado que las amistades peligrosas de un político le pueden causar un serio problema, aunque se aprecie también una voluntad deliberada de utilizar la justicia como herramienta política. A mí personalmente me parece poco ético que un político reciba maletas, trajes o pañuelos de Carolina Herrera, y la comparación con las anchoas que regala el Presidente Revilla me resulta forzada. Pero la cuestión debe dirimirse en el terreno político, no en el judicial. Es decir, lo que diga el veredicto de las urnas, hermosa frase que cito con frecuencia. Pero los partidos políticos, además de propensos a la escaramuza dialéctica, son bastante dados a enredarse en querellas, en lugar de buscar soluciones a nuestros problemas. Es su naturaleza, como el escorpión de la fábula.

Me parece más preocupante el caso de Palma (llamado el misterio de las obras sin contrato) y, sobre todo, lo del alcalde-taxista de Seseña. Según ha publicado este diario un mafioso pagó 700.000 euros al alcalde que recalificó los terrenos donde el Pocero construyó su monstruo de urbanización. Y al alcalde, muy imaginativo él, no se le ocurrió otra cosa que decir que le tocaron cinco billetes de la ONCE. Y yo, ni premios ni trajes. La envidia me consume.

El gripazo

Esta semana reflexionaba yo sobre la gripe A y las medidas que el Gobierno cavila al respecto. Todavía no existe una vacuna que haya sido probada de forma eficaz pero el Gobierno ya ha decidido a quién va a vacunar y, en consecuencia, quienes quedan fuera de ese círculo de afortunados.
La Ministra Jiménez, ella siempre tan aguda y pizpireta, piensa aplicar la vacuna a lo que considera grupos de riesgo: niños, embarazadas y todos aquellos que presten servicios esenciales para la comunidad. Lo de niños y embarazadas parece claro quiénes son, pero lo de ‘servicios esenciales’ no deja de ser un concepto algo indeterminado. En principio habían pensado vacunar sólo al personal sanitario pero Gabilondo, el Ministro de Educación, ha pedido que se vacune también a los profesores. Trinidad Jiménez ha dicho que tampoco podemos prescindir de ellos. Bien, pero tampoco de los bomberos, de los jueces, de los policías y, si me fuerzan, ni siquiera de los abogados.
Partimos de dos errores de base: el primero que el Gobierno es un Oráculo de Delfos cuya sabiduría no conoce límites que conoce mejor que nadie a quién hay que vacunar y a quién no. Y el segundo que es un regalo que nos hacen y sólo debemos responder con nuestro sincero agradecimiento. Lo de la sapiencia de nuestros gobernantes no merece muchos comentarios pero ya me fastidia el teorema de que el Gobierno nos da cosas. No, simplemente administra nuestros impuestos. Y la vacuna forma parte de ese derecho a la salud que tenemos los españoles, simplemente porque lo pagamos. Habrá que saber lo que cuesta y poner la vacuna al alcance de todos aquellos que quieran ponérsela. Unos porque están en un grupo de riesgo, otros porque son unos hipocondríacos y otros simplemente porque les da la gana.
En España vacunaremos a un 40 por ciento de la población pero en Francia van a llegar al 70 por ciento. Algo natural, pues de todos es sabida la preocupación de Sarkozy por la salud y por el ejercicio físico. En cualquier caso siempre hay un porcentaje de la población que queda fuera de la vacuna y es lo que no me parece correcto.
Con ese razonamiento veo a Trinidad pinchando a todos los españoles para liberarles de la gripe A. Menos a Díaz Ferrán, para que aprenda a no ponerse chulo con Zapatero.

Y así son las cosas

Y ASÍ son las cosas (’and that’s the way it is’) era la frase con la que Walter Conkrite cerraba su programa de noticias en la CBS. Desde 1962 a 1981, el informativo del Tío Walter, también conocido como el hombre más fiable en Estados Unidos, fue el más seguido en América y convirtió a Conkrite en una verdadera leyenda del periodismo y en una de las personas más influyentes de su país. Su rostro, el dolor contenido al dar la noticia, quedará asociado para siempre a ese día de noviembre en que mataron a Kennedy.

Walter Conkrite fallecía el pasado día 17 de julio a los 92 años. Llevaba tiempo retirado pero seguía estando en el corazón de los americanos y su ejemplo sirve de guía a los que se dedican al oficio de contar las cosas. La razón es sencilla: Walter Conkrite tenía credibilidad, la única virtud que es imprescindible en un periodista. La gente confiaba en él y en lo que decía y, por eso, sus opiniones pesaban en la sociedad. Johnson lo dijo en algún momento de su presidencia, cuando la pesadilla de Vietnam era ya una tragedia nacional: ‘si he perdido a Conkrite he perdido a la clase media norteamericana’.

Mucho han cambiado las cosas desde los años dorados de Conkrite. Hoy, una cascada de información (o de manipulación) circula por Internet a velocidad de vértigo. Hoy, muchos medios de comunicación se han convertido en plataformas al servicio de intereses empresariales muy concretos. Hoy, la publicidad institucional que soporta las cuentas de resultados de muchos diarios hace que algunos periodistas se olviden de una función que la sociedad les otorga y es ser el ojo público que vigila a la Administración. Hoy, surgen personajes que se amparan en el anonimato de la red para dedicarse, con poca picardía y menos talento, a la difamación y al chismorreo. Hoy, más que nunca, echamos de menos a profesionales como Conkrite.

No soy tan ingenuo para creer que los medios tengan que ser que ser independientes y ni siquiera objetivos. Cualquier línea editorial es perfectamente legítima y los que escribimos en los medios no estamos obligados a ser neutrales. Pero sí debe existir una clara línea divisoria entre la información, la opinión y el simple bulo. Forma parte de ese compromiso que el Tío Walter nos ha enseñado.

A contracorriente

Este verano está siendo relativamente tranquilo y, en lugar de las habituales serpientes veraniegas, nos entretenemos con dos culebrones estivales: los fichajes de Florentino y la financiación autonómica. Apasionante, vamos.

Dicen que estamos en crisis pero hay datos que me dejan perplejo. Al parecer el precio de la vivienda ha subido en el último trimestre un 1,6 por ciento en la provincia de León, justo lo contrario que sucede en el resto de España. Igual es que se han vendido dos viviendas, pero entonces no sería un dato sino una anécdota. En todo caso está claro que somos muy distintos, y no me extraña que los iluminados de la UPL pidan la autonomía para León. Es que vamos a contracorriente.

Hablando de corrientes llegamos a las fuentes públicas. El Vicealcalde de León, el leonesista Chamorro, ocupa de forma interina el sillón municipal y hace ruedas de prensa sin cesar para que quede grabado ese mágico momento para la posteridad. Me recuerda el argumento de Dama por un día, comedia sentimental con la que el maestro Capra ilusionaba a la sociedad americana en los duros años de la Gran Depresión. Pues bien, el agudo Alcalde en funciones ha descubierto que unos desaprensivos se dedican a sabotear las fuentes públicas y va a crear una Unidad de Vigilancia de Aguas y Fuentes. Como a alguna se le ocurre meterse en el agua emulando a Anita Ekberg en La Dolce Vita directamente la detienen.

También el Vicealcalde ha anunciado que van a hacer un parque en el Ejido, en el solar de Cabeza de Vaca. No sé si le pondrán el nombre del explorador, que no le cuadra mucho a un espacio público, pero estos leonesistas se ponen estupendos con el tema histórico. Ya que están tan activos un ruego: podían cambiar la arena de la zona de juegos infantiles del Parque de San Francisco por algo un poco más limpio. Más que nada porque la arena lleva ahí desde los tiempos de la Legio VII.

Lo cierto, decía, es que este verano me resulta algo tedioso y no encuentro grandes noticias que susciten mi interés. Me pasaré por Correos a recoger la bombilla de bajo consumo que regala el Gobierno. Para iluminar las ideas, pero de forma sostenible y con poco gasto, que es lo que se lleva. En semanas como ésta hasta echo de menos a Rodríguez de Francisco.

Los dineros del Reino

Anda el patio político revuelto por el asunto de la financiación autonómica. El Presidente Herrera se reunía con su colega Feijoo para hacer frente común a la hora de buscar dineros. Me temo que nos quedaremos con las migajas y que la pasta gansa se irá a Comunidades más pobladas, entre otras cosas –barrunto- porque allí hay más posibles votantes. Comparto con Herrera y con Feijoo, gobernantes a quienes tengo por gente prudente y sensata, el concepto de que la población no debe ser el único criterio. Pero se parte de un error de base, y es pensar que las Comunidades Autónomas tienen derechos y pueden exigir fondos. No, son los ciudadanos los que tienen derecho a tener escuelas, hospitales o carreteras, estén donde estén. En lugares despoblados, como Castilla y León, podrá ser menos “rentable”, pero para eso existe el Estado. Si se tratara de obtener beneficios nos podría gobernar directamente Emilio Botín.

También se han reunido las Diputaciones de la Comunidad para reclamar pasta. Se quejan de que tienen muchas competencias y no tienen medios para atenderlas. Lo de las Diputaciones es raro, porque las competencias impropias les encantan, hasta que llega el momento de pagarlas.

Sin embargo las Administraciones sólo se preocupan de buscar más dinero pero no de cómo gastar menos, que es lo que solemos hacer las personas ordinarias, como las familias o las empresas. Por ejemplo, el otro día mi mujer y yo tomamos un par de cañas en una terraza y nos atizaron cinco euros. Ante esa situación, con lo insufrible que se pone a veces la hostelería, quizás no sería una idea descabellada comprar un caño de cerveza y montar un botellón, aunque no tengamos edad para ello. Es decir, el camino debería estar más en el ahorro que en la reivindicación constante, porque el dinero tiene un límite y sale del mismo sitio, que es el bolsillo de los contribuyentes.
Mientras la Junta pide dinero se gasta no sé cuánto en contratar al CSI Warrick para que nos cuente las excelencias de la “sesina” de León. Algún cráneo privilegiado habrá intuido que con ese anuncio vamos a inundar los mercados con nuestros productos. Aunque quizás el spot sea un pretexto y Grissom y sus chicos han venido a investigar las oposiciones de la Dipu. Esto promete.

6 de julio de 2009

El poeta se despide

El pasado 27 de junio fallecía en León Victoriano Crémer. Poeta de dilatada trayectoria, infatigable escritor, brillante articulista pero, sobre todo, una persona que se convirtió, por méritos propios y quizás a su pesar, en una referencia ineludible de la ciudad. Un ejemplo, además, del intelectual comprometido con su tiempo, con su memoria y con la sociedad en la que vive.

Por lo que le pude llegar a conocer sé que Crémer era poco amigo de ceremonias y le incomodaría la pompa y circunstancia que ha rodeado su adiós. Incluso no le haría gracia esta columna, pero me permito la licencia esperando que el maestro me perdone. Este miércoles, en el Diario de León, Susana Vergara comentaba, en un hermoso y sentido artículo, que a Crémer no le importaba lo que dijeran de él así que mejor era que callaran. Pedía que no hicieran como con Chencho, que hasta sus enemigos le escribieron. No me cabe duda de que la anécdota es cierta, pero en todo caso merecería serlo. En León tenemos la ingrata costumbre de arrinconar al vivo y ensalzarlo nada más que le recibe la tierra.

A los poetas no se les honra con aparatosas coronas funerarias o con declaraciones grandilocuentes en los medios. Sólo existe una forma de agradecer la emoción que un día nos hicieron sentir, una forma sencilla y al alcance de todos, y es abrir un libro y rescatar un poema. Yo hoy recuerdo estos versos de su Canción del Obstinado: “¡La lluvia, llamarada que se vierte! / ¡Y el vivir, apretarse a la cintura / el toro irremediable de la muerte!”

Hace algunos años la Diputación de León concedía a Crémer la Medalla de Oro de la Provincia. Con bastante humor el entonces Presidente, Javier García Prieto, se atrevía con un pareado que resumía la intensidad con que Crémer vivía la literatura: “en invierno y en verano, siempre escribe Victoriano”. Por mi parte yo me atrevo a decir que Victoriano seguirá escribiendo cada vez que un lector se asome a sus libros. Porque cada vez que leemos ese poema que nos conmueve se establece una relación especial y sentimos que sus palabras van dirigidas sólo a nosotros. Las letras impresas retornan a la vida y sentimos su presencia, como si siempre hubiera estado ahí. Porque los poetas, aunque lo parezca, nunca se despiden del todo.

29 de junio de 2009

Del Filandón al Facebook

El Bureau Internacional de Capitales Culturales promueve estos días una campaña para elegir los 10 tesoros del Patrimonio Cultural Inmaterial español (título largo, ciertamente). En la dirección web de esta Asociación (www.ibocc.org) se puede acceder a los candidatos, entre los que figura la Romería del Rocío, los Sanfermines o las Campanadas desde la Puerta del Sol. El Filandón de León, en la lista provisional que se publicaba el 24 de junio, ha conseguido situarse en un meritorio segundo lugar, por detrás de la Semana Grande de Bilbao. Desde la Concejalía de Cultura del Ayuntamiento de León se ha invitado a los leoneses a apoyar la candidatura del Filandón, y los resultados –hasta el momento- son prometedores. Yo ya voté en Internet por nuestro Filandón y hasta el 28 de junio se podrá seguir participando en esta elección, pero sólo a través de SMS. Me parece un poco extravagante que el patrimonio inmaterial se elija de la misma forma que los expulsados de Supervivientes pero también me sorprende que la lista la encabece la Semana Grande de Bilbao donde, por mucho que sea del mismo Bilbao, no acierto a vislumbrar los valores culturales.

El Filandón es una vieja palabra leonesa que designaba las reuniones nocturnas en las que las mujeres hilaban, mientras los asistentes se contaban cuentos e historias. Eran habituales en épocas ya algo lejanas, cuando las gentes –para ahorrar carbón y leña, entre otras razones- se congregaban para calentarse y entretenerse. Mucho han cambiado las cosas desde entonces y ahora la gente se comunica, básicamente, a través de la pantalla del ordenador. El éxito de las redes sociales como Facebook, donde también se cuentan historias, es un buen ejemplo de ello.
Los filandones eran una manifestación de la cultura oral de otros tiempos. Ahora con la tecnología podemos acceder a una gran cantidad de información y las palabras y las imágenes circulan por la Red a velocidad de vértigo. Quizás nos hemos empobrecido y la comunicación ha perdido en cercanía y calidez. Los filandones pueden quedar reducidos a un simple “patrimonio”, pero para buscar historias siempre nos quedarán las librerías. Aunque, entre las recetas de Arguiñano y las memorias de Aznar, sea más difícil localizar Moby Dick.

El fichaje

No resulta fácil escribir esta columna y hablar de asuntos ligeros e intrascendentes como el fútbol, cuando la trágica noticia del día es que la bestia etarra ha salido de su madriguera para segar cobardemente la vida de Eduardo Puelles, un servidor público, casado y con dos hijos. Pero la llegada de Florentino Pérez y sus deslumbrantes fichajes merecen algún comentario. Mientras, la Cultural se declara en concurso de acreedores, demostrando que entre los top gun del fútbol español y los equipos de la Segunda División B hay tantas diferencias que se dirían que no practican el mismo deporte.

En el fichaje de CR7, por el que se ha pagado la nada cristiana cantidad de 94 millones de euros (lo que cuesta un hospital de 200 camas) me chirrían algunos detalles. El primero es el préstamo de Caja Madrid, por importe de 76 millones de euros, que el Madrid empezará a pagar dentro de dos años a euribor más dos puntos y garantizado con los derechos audiovisuales que percibirá el equipo. Es decir, las mismas condiciones que todos los días ofrecen a empresas y familias. Quizás debería dolerme más el préstamo que el Santander estudia concederle al club blanco, por mi doble condición de cliente del Banco y blaugrana confeso, pero el Santander es una empresa privada (no una caja política) y sé que Emilio Botín le apretará las clavijas a Florentino.
Pero si la facilidad del Sr. Pérez para conseguir préstamos en buenas condiciones me desconcierta lo que pagará Ronaldo a la Hacienda Pública, que somos todos, directamente me escandaliza. Al parecer el futbolista tributará a un tipo del 24%, el mismo que rige para las rentas más bajas, debido a una Ley cuyo objetivo teórico era atraer a profesionales cualificados. Aunque se trataba de captar científicos, por ejemplo, no peloteros.
He tomado dos decisiones financieras. La primera, que voy a esperar unos días para hacer la declaración de la renta. Saber que, proporcionalmente, contribuiré más que Ronaldo me ha dejado mal cuerpo. La segunda, acercarme a Caja Madrid y pedir un préstamo. Espero que me den las mismas condiciones que al Madrid y mi garantía serán los derechos de autor que puedan generar mis columnas en el futuro. Pero no tengo mucha esperanza. Me disfrazaré de Florentino, a ver si cuela.

18 de junio de 2009

Todos rieron

La casualidad ha querido que estas jornadas electorales me sorprendieran releyendo Justine, la novela con la que Lawrence Durrell abre el Cuarteto de Alejandría y uno de mis libros predilectos. El Cuarteto narra una misma historia (o muchas historias) desde distintas miradas y con su lectura descubrimos que, en el universo de las pasiones y los afectos, cada mirada puede crear una realidad distinta. Pero la teoría de la relatividad no sólo matiza el amor o las relaciones personales, sino que también es un destacado protagonista de la política. Me explico: es ya un tópico que siempre que hay elecciones todos los partidos se sientan contentos y encantados de haberse conocido. Unos porque han ganado, otros porque no han perdido demasiado, y el resto porque siguen ocupando sus escaños. Todos felices, todos rieron, como en la película de Bogdanovich. Aunque, tal y como está España, no estemos para muchas alegrías y ni siquiera nos distrae ya el millonario fichaje de Cristiano Ronaldo.
¿A qué se debe esa extraña percepción que nuestros líderes tienen de algo tan matemático como el escrutinio electoral? ¿Nadie quiere asumir el papel de perdedor, tan literario, porque la derrota implica tener que asumir responsabilidades? Es un misterio, pero descendiendo a la cruel aritmética, el 7-J arroja conclusiones claras. Un desinterés de los ciudadanos (la participación no llegó al 46 por ciento) y un voto de castigo al Gobierno, al que los españoles no ven ni con ideas ni con decisión para afrontar la crisis. El poético mensaje lanzado desde Moncloa es que los brotes verdes anuncian la primavera de la recuperación. Como diría el castizo “ya escampará”.
Tampoco comprendo la alegría del PP. Si con cuatro millones de parados Rajoy no ha podido sacarle 10 puntos a ZP no es aventurado pensar que sigue sin cuajar como alternativa solvente. Lo más revelador de los comicios, no obstante, es la consolidación de Unión, Progreso y Democracia no ya como protagonista, sino como un soplo de aire fresco en nuestra mortecina escena política. El partido liderado por Rosa Díez, con casi 500.000 votos, irrumpe como tercera fuerza política en muchas capitales de provincia, León entre ellas. Creo que Sosa Wagner es el único que podría esbozar una ligera sonrisa.

El rapto de Europa

A final del Libro II de las Metamorfosis, el poeta latino Ovidio narraba la historia del rapto de Europa. Europa, una joven de reconocida belleza, atrajo la atención de Zeus, padre de los dioses, que entre otras cosas era un personaje un poco casquivano y de vida bastante disoluta. Convertido en un hermoso toro blanco, Zeus se acercó a la joven doncella que, conmovida por la hermosura y mansedumbre de la bestia, se acercó y se sentó cándidamente sobre su lomo. Entonces Zeus puso el turbodiesel y la llevó a través del mar (“trémulas ondean con la brisa sus ropas” expresa el poeta) hasta la isla de Creta, donde consumó la seducción.

Mañana celebramos elecciones al Parlamento Europeo, y muchos perciben que Europa, nuestra Europa, también ha sido secuestrada. No por el padre de los dioses sino por los burócratas de Bruselas, que lo mismo nos dicen la leche que podemos producir como nos dan millones de euros (de los contribuyentes) para las obras y programas más variopintos. Y el Parlamento europeo no deja de ser un lujoso cementerio de elefantes, donde diputados de todos los pelajes dormitan plácidamente en espera la jubilación. Lo más grave es que nadie sabe a ciencia cierta para qué sirve el Parlamento, ya que todos los poderes se concentran en la Comisión y en el Consejo. Por no saber hasta ignoro quién preside tan regia institución y no tengo la menor intención de perder tiempo buscando ese dato inútil.

Pero que la Europa de hoy no sea la que muchos soñamos no debe ser un pretexto para el desinterés o la abstención. Todas las elecciones son importantes, porque es el único momento en el que los ciudadanos dejamos de ser comparsas para convertirnos en actores. Y siempre existe la esperanza de que la situación mejore.

Europa no se merece ni esta campaña electoral tan lamentable ni que la Unión Europea se haya convertido en una fábrica de Directivas, alejada de la realidad y de las personas. Pero el silencio nunca es una respuesta. Muchas personas han luchado para que la democracia sea, con todas sus carencias, una hermosa realidad en Occidente. Así que mañana, a primera hora, me acercaré al Albéitar a depositar mi voto. Aunque no cambie nada no voy a permitir que nadie me robe, ni me rapte, ese momento. Es mi momento.

El subsidio

Todavía bajo los efectos de la noche más hermosa en la Ciudad Eterna, en la que el Barcelona deslumbraba al planeta fútbol en un espectáculo grandioso de belleza y eficacia, nos toca aterrizar de nuevo en la cruda realidad. Y esta realidad siguen siendo las disputas políticas y la crisis que nos azota, aunque algunos quieran ver brotes verdes en el horizonte. Yo sólo veo empresas que cierran, créditos que no llegan y personas en las colas del paro. Debo ser un pesimista.

En Economía, lo mismo que en Medicina, más importante que el tratamiento es el diagnóstico. Y esto es lo que pasa, que nos empeñamos en echar la culpa a los mercados financieros y a las políticas paleoliberales (Leire Pajín dixit) cuando lo cierto es que nuestra economía era un coloso con pies de barro. El Barcelona de Guardiola se basa en dos conceptos muy claros: talento y esfuerzo. Y nuestra economía nunca se preocupó ni de la formación ni de la competitividad. Simplemente España era el país donde más pronto se podía uno hacer rico y el dinero circulaba en abundancia. Como los malos equipos de fútbol, mucha especulación y poca creatividad.

Como no acertamos con el diagnóstico nos equivocamos a la hora de elegir las soluciones correctas. Desde el Gobierno se nos dice que ya se ve la luz al final del túnel y que hay que extender la protección social (o sea, subsidios) para aguantar hasta que la recuperación regrese. Es un drama que de los cuatro millones de parados más de un millón no reciban ya prestaciones del sistema público. Pero si no actuamos sobre las causas no servirá de nada. Tenemos que saber por qué España, que es el equipo de todos, ha pasado de jugar la Champions a coquetear con el descenso.

Se habla mucho del nuevo modelo económico, ese Santo Grial que ZP ha sacado de su chistera en plenas elecciones europeas. Más que un nuevo modelo creo que lo que hay que encontrar es una nueva manera de hacer las cosas. Como en el fútbol todo es cuestión de talento y esfuerzo.

El contratiempo de equivocarse con el diagnóstico es que el enfermo no se cura. Si lo que tiene es una hepatitis, y el Médico le escayola porque cree que es una fractura, tendremos dos problemas: la hepatitis y la escayola. Me temo que con el remedio del subsidio puede ocurrir lo mismo.

15 de junio de 2009

El sitio de mi recreo

El pasado 12 de mayo fallecía en Madrid Antonio Vega, integrante en su día de Nacha Pop y un artista genial que ha marcado a varias generaciones de españoles, entre ellas la mía. A muchos lectores les resultará ajena esta columna pero en los 80, para muchos, Nacha Pop no sólo era un grupo sino también una forma de entender la vida y las emociones, una asignatura más de nuestra educación sentimental. Su música expresaba lo que nos hubiera gustado decir, y las letras de Antonio y Nacho parecían directamente dirigidas a cada uno de nosotros, con magia y precisión. Todos nos imaginábamos diciendo un día que “la luz de la mañana entra en la habitación, tus cabellos dorados parecen el sol” como entonaba Antonio en “Chica de ayer”, la canción con la que Nacha Pop entraba para siempre en la leyenda y en nuestros corazones. Y los miles de mensajes en la red, la gente que pasó por la capilla ardiente para decirle adiós por última vez, demuestran que su música ha arañado el corazón de personas de todas las edades.

Muchas cosas podrían destacarse de Antonio Vega pero sí me gustaría detenerme en la devoción que sentía por su trabajo y en la humildad con la que hablaba de su música. En estos días, en que cualquier engendro salido de Operación Triunfo se cree la reencarnación de Sinatra, resulta deslumbrante la sencillez con la que Antonio se refería a su obra. Él sólo quería desnudar su alma y la poesía era algo natural, nacida de la emoción o de la tristeza, de los mejores sueños o de las peores pesadillas.

Una de las canciones de Antonio Vega que nos acompañará para siempre es “El sitio de mi recreo”. Un texto, como muchos de los suyos, plagado de metáforas, pero que todos reconocemos como cercano y familiar. Así hablaba Antonio: “Donde nos llevó la imaginación, donde con los ojos cerrados se divisan infinitos campos. Donde se creó Ia primera luz, germinó la semilla del cielo azul, volveré a ese lugar donde nací. De sol, espiga y deseo son sus manos en mi pelo. De nieve, huracán y abismos, el sitio de mi recreo”

Cuando alguien escribe así, todas nuestras palabras parecen torpes y vacías. Nos queda tu música, Antonio, pero nos dejas muy solos. En el sitio de mi recreo, y en el de muchos, siempre existirá un lugar para ti.

El Rastro

Lo que me pide el cuerpo es dedicar mi columna al hermoso gol del dulce Iniesta, que iluminó de blaugrana el cielo de Londres cuando, desvanecida ya toda esperanza, parecían cerrados todos los caminos que conducen a Roma. Pero dos lectores me apremiaban días atrás para que me ocupara más en mis columnas de la rabiosa actualidad local. Ignoro qué porcentaje representan entre mis tifossi este “sector crítico” , pero –por esta vez- les haré caso y descenderé a alguno de los asuntos que nos ocupan en la City.

Sin duda el tema de la semana ha sido el traslado del Rastro a los aledaños del Estadio Reino de León, en los terrenos que ocupó el desguace de Clarés. Puedo comprender las razones de los vendedores, de los que acuden al Rastro todos los domingos o de los hosteleros de la zona. Pero precisando, que es gerundio. Lo primero no me parece muy propio que dediquemos unas de las grandes avenidas de León, como es Papalaguinda, a esa mezcla de hormiguero y bazar cutre en que se ha convertido el Rastro. En las afueras de París, en Clignancourt, existe desde hace tiempo el Mercado de las Pulgas, pero a nadie le parecería sensato que estuviera en los Campos Elíseos, pegado al Arco del Triunfo. Precisamente se instaló allí porque a finales del siglo XIX los concejales de París decidieron que los traperos y chamarileros no debían trabajar sobre el territorio de la ciudad. No sé si Clarés es la localización correcta, pero lo que tengo claro es que Papalaguinda no lo es.
Y en segundo lugar, todo el mundo tiene derecho a ganarse la vida, y también los que venden en el Rastro. Pero cumpliendo la Ley, cotizando a la Seguridad Social, de alta en el IAE y pagando impuestos como todo el mundo. Y abonando las tasas que permitan sufragar lo que la limpieza de ese espacio nos cuesta a todos los leoneses.
Para terminar, mención especial a María Rodríguez, Concejala de Comercio, que ha tenido el coraje político que no tuvieron sus predecesores para tomar la decisión y para exigir algo tan evidente como el cumplimiento de la Ley. El temple de un político se demuestra cuando tiene que adoptar medidas que pueden ser impopulares, o cuando es capaz de resistir la presión. Porque para inaugurar obras en los pueblos o conceder subsidios valemos casi todos.

El partido

Andan las aguas revueltas en el Palacio de los Guzmanes a raíz de unas oposiciones en las que el Procurador del Común ha detectado ciertas irregularidades. Resulta paradójico que mientras Feijóo, en Galicia, reduce altos cargos, o Esperanza Aguirre elimina una Consejería buscando ahorro en tiempos de crisis aquí montamos unas oposiciones para que cuarenta personas accedan a la condición de funcionarios. O es la única receta que se nos ocurre para combatir el desempleo o por aquí concebimos el liberalismo económico de una manera muy peculiar. Aunque quizás se persigue retener el talento y evitar la fuga de cerebros porque muchos de los aprobados, a la luz de las calificaciones obtenidas, son casos de sobredotación intelectual. Que sean familiares de políticos del Partido Popular o de personas vinculadas a la Diputación podría ser una coincidencia, porque es sabido que Dios distribuye el talento -e incluso la buena voluntad- a su libre albedrío.

Pero la noticia del día es el Barça-Madrid, y hay quien no entiende que se escriba de política habiendo cosas tan importantes como el fútbol. Pero el fútbol es un juego del que se pueden extraer interesantes enseñanzas, incluso por parte de los gestores de nuestros impuestos. Por ejemplo, la forma como Guardiola organiza un equipo, haciendo que todos sus integrantes se coordinen con precisión y belleza y den lo mejor de sí mismos. O esa fe inquebrantable en sus posibilidades de que hace gala el Madrid, por mucho que nos pese (y nos inquiete) a los blaugranas. Claro que la pesadilla del paro que nos azota no tira, ciertamente, los penaltis a lo Panenka.

Pero sí en algo coinciden el fútbol y la política es que son terrenos abonados para los tópicos. En política se alude siempre, por ejemplo, a la herencia recibida o a que los otros hacían lo mismo. En el mundo del balompié tenemos el pensamiento metafísico resumido en la frase “fútbol es fútbol” o esa arenga con matiz culinario que nos incita a poner toda la carne en el asador. Y, como en política, cada resultado siempre tiene la frase hecha más apropiada. Si el Madrid se impone en Chamartín nos recordarán aquello de que “hasta el rabo todo es toro”. Pero si vence el Barcelona les podremos decir que “tanto remar para morir en la orilla”.

MAFO

Estaba yo tentado de dedicar esta columna al gran acontecimiento de masas que es la fiesta de Villalar, donde las gentes de Castilla y León buscan su sentimiento regional celebrando una derrota. Pero a mi edad uno empieza a preocuparse de cuestiones más acuciantes. Así, estoy alarmado por el futuro de las pensiones, a raíz de las declaraciones del Gobernador del Banco de España, Miguel Ángel Fernández Ordóñez (MAFO para los iniciados). Es más, desde que el Ministro de Trabajo ha dicho que el sistema está garantizado mi inquietud va en aumento y ya tengo problemas para conciliar el sueño.

Comienzo declarando mi rendida admiración por el Gobernador, un tipo tan famoso que le conocen por sus siglas, como al BBVA o a la CIA. Con el tiempo, cuando me consolide como columnista de referencia, también quiero ser conocido por mis iniciales. Mi acrónimo podría ser JESG.

Y sigo preocupado porque me temo que MAFO tiene razón. Hasta ahora todo parecía ir bien y la Seguridad Social ingresaba cada año más de lo que gastaba. Así se ha ido generando un Fondo de Reserva que alcanza al 5 por ciento del PIB. Pero el deterioro económico (los últimos datos del paro, superando los cuatro millones, son dramáticos) provoca que el superávit pueda tener los días contados. Lógicamente quedará el Fondo (salvo que se contamine con algún activo tóxico) y no hay inconveniente teórico en pagar pensiones con impuestos, como se hace con la Sanidad.
El problema de fondo, apuntamos MAFO y JESG, es que el sistema no se sostiene a medio plazo por dos fenómenos: la caída de la natalidad y el aumento de la esperanza de vida. Un dato es revelador: la tasa de dependencia (población mayor de 65 años sobre población en edad de trabajar) es ahora del 24 por ciento. En 2.050, si todo sigue así, llegará al 59 por ciento. Como la longevidad entendemos que es algo positivo habrá que actuar en el otro frente, favoreciendo la natalidad. Ya sé que son malos tiempos para traer niños al mundo, pero algo habrá que hacer. Porque hasta la fecha yo la única política de apoyo a la familia de la que tengo noticia es la que procede de mis suegros.
Aunque no sé si a este Gobierno le interesa la natalidad: entre Zapatero y sus 17 ministros suman, creo, 21 hijos. Yo que ellos estaría preocupado.

Los adivinos de la bombilla

Hace tiempo leía yo que el Consejo de Administración de Iberdrola (quince “Elegidos para la gloria”, creo que son) se había embolsado en el año 2.008 unos 11 millones de euros, de los que más de 6 correspondían a su Presidente y Consejero Delegado. Barruntaba yo que unos tipos que ganan esos dineros eran los inventores de la bombilla o de algún avance semejante. Pero mi hija Julia me corrigió amablemente y me indicó que ese tanto hay que apuntarlo a Thomas Alva Edison, que perfeccionó y patentó el invento. Por cierto, a Edison le expulsaron de la escuela por el poco interés que ponía, un dato que dice muy poco a favor del sistema educativo de la época y bastante a favor de su madre, que fue quien se dedicó a enseñarle.

Pero este mes he descubierto la razón de esa generosa retribución, y es que los Consejeros de Iberdrola tienen superpoderes, y son adivinos. Me explico: en los tres primeros meses del año mis recibos se situaban entre 50 y 60 euros. Pero este mes me llega una receta de 202,66 euros. Al parecer ellos no se fijan en el contador sino que hacen una estimación de consumo. Es decir, ven el futuro, y saben que en abril en mi casa cocinaremos a todo trapo, pondremos seis lavadoras al día y las luces estarán siempre encendidas, diga lo que diga el Ministro Sebastián. No entiendo el sistema, es como si el Corte Inglés, a principios de mes, me comunica amablemente que presiente en mí un apetito consumista voraz, y me factura una pasta por anticipado.

Tras un intercambio de amables correos me dicen que no me preocupe, que mire el contador, les diga el dato y que espere a la próxima factura para comprobar que se realiza la regularización correspondiente. Conclusión: les presto dinero, y sin intereses. Para que luego digan que se ha cerrado el grifo crediticio. De eso nada, lo que han cambiado son los agentes del mercado financiero. Antes eran los Bancos, pero cómo no han sabido comportarse y se han atiborrado de activos tóxicos, los ciudadanos tomamos el relevo. Estamos reinventando el capitalismo.
Por cierto, la noticia comentaba que este año Iberdrola congela las retribuciones del Consejo. Dicen que es por prudencia pero la realidad es que les tengo pillados. Seré un banquero tan insaciable como riguroso.

Vértigo

Pedro J. en su video-blog comentaba que el retorno de Manuel Chaves a la política nacional era como regresar al Pleistoceno. A mí, no obstante, me recuerda a Vértigo, la película de Hitchcock, con Kim Novak resucitando de entre los muertos. Otra cosa es que yo hubiera puesto antes de Vicepresidente a Kim Novak que a Chaves, porque –con independencia de mi notoria debilidad por las rubias- no alcanzo a comprender qué puede aportar el eterno político andaluz al gobierno de España. Salvo que ZP busque acceder así a un secreto que es como el Santo Grial de los políticos: cómo permanecer más de 25 años encaramado al coche oficial, y hacerlo además con tanta naturalidad y desparpajo como actúa la ley de la gravedad.

El reajuste ministerial propiciado por Zapatero ha sido recibido con poco entusiasmo. Sin embargo creo que –fuera de la ocurrencia-fichaje de Chaves- los cambios no deberían recibir una crítica severa o, cuando menos, habría que dar un voto de confianza a los nombrados. Vayamos por partes, como decía Jack el Destripador.

Los nuevos ministros de Educación y Cultura, Gabilondo y González-Sinde acumulan, por lo menos, un amplio y directo conocimiento de las áreas que van a gestionar. En el caso de Blanco y Trinidad Jiménez creo que Zapatero acierta porque lo fundamental, en carteras como Fomento y Sanidad y Política Social, es el peso político del Ministro. La ecuación es clara: más peso político, más presupuesto.
Y, aunque mi opinión puede ser minoritaria, me parece buena elección Elena Salgado para sustituir a Solbes el Triste. No creo que sea tan decisivo ni el prestigio ni los conocimientos. Sí me parece importante la experiencia pero, sobre todo, tener las ideas claras y la voluntad necesaria para imponerlas. Y estas cualidades sí las reúne Elena Salgado, como demostró con su Ley contra el Tabaco. Incluso, siendo políticamente incorrecto –o no- creo que es necesario que el Ministerio de Economía esté en manos de una mujer. Y es que los tíos somos unos manirrotos, nos emocionamos y lo mismo invitamos a toda la barra que nos gastamos unos millones de euros en publicidad institucional que sirve para bien poco. Las mujeres –percibo- son más rigurosas, están más cerca de los problemas reales y tienen más claras las prioridades.

No llores por mí, Argentina

Anoche tuve una visión. Paseaba yo por la City hacia la Calle Ancha y, a la altura de Botines, me sorprendía una enorme concentración de masas. Manejaba dos opciones, una manifa contra la cumbre del G-20 o una aglomeración de impositores de Caja España que acudían en tropel a retirar sus ahorros, a pesar de las tranquilizadoras declaraciones del Presidente de la Caja Grande, o precisamente por ellas.

Pero cuán errado estaba. Observé que la multitud dirigía su fervorosa miraba al Palacio de los Guzmanes de cuyo balcón emergía la Presidenta de la Diputación y, como Evita, entonaba un sentido “No llores por mí, León”. Pero eso no era lo más sorprendente. La cafetería Victoria se había convertido en un Asador Argentino y en la Plaza de San Marcelo unos diputados provinciales se marcaban un tango. Cuando me maravillaba de los requiebros de Lázaro García Bayón la visión se desvaneció en la bruma.

Esta extraña explicación es la única que tengo para el viaje de la Presidenta y su séquito (he contado tres o cuatro diputados provinciales de turismo a costa del erario público) a las tierras australes. Yo pensaba que el trabajo de la Diputación era mejorar las condiciones aquí para que no tuviéramos que emigrar allá y lo del programa Añoranza me suena a reallity de Isabel Gemio, pero me equivocaba.

También anda por aquellos lares el Consejero Mañueco, reclamando la nacionalidad española para los nietos de todos los emigrantes. No sé por qué se queda ahí, también podía pedir que se la concedieran a los primos lejanos, a algún cuñado o a ese amor de verano que tuvo el emigrante recordando lo bonita que es la Montaña de León cuando se presiente la primavera. Como soy un malvado recordé que estos viajes sentimentales los inventó Fraga en su época de gran jefe indio de la Xunta. Decía que iría al infierno si hubiera allí algún gallego. O dijo algún votante gallego, no recuerdo.
Me temo que a este paso, en breve, habrá más españoles fuera que dentro de España. Sería curioso, y kafkiano, que los que decidieran quiénes y cómo se gastan nuestros impuestos fueran unos paisanos que viven en el extranjero y no pagan a la Agencia Tributaria. Les pasaba yo a los emigrantes el recibo de Gersul y ya veríamos cuánto les duraba la añoranza.

Kosovo

Como la realidad local hoy se me queda pequeña llevaré mi aguda mirada allende nuestras fronteras, convertido en improvisado analista de política exterior. El anuncio de la ministra Chacón de que nuestras tropas se retiran de Kosovo ha creado una marejada que sinceramente considero excesiva. Todo el mundo estaba de acuerdo en abandonar Kosovo, una provincia de Serbia cuya independencia la mayoría de los países europeos no hemos reconocido, y el error ha sido querer dar un golpe publicitario (“misión cumplida, chicos, nos vamos a casa”) en lugar de comunicar previamente la decisión a nuestros aliados, como hubiera sido lo correcto.

La situación me ha hecho recordar “Black Hawk derribado”, la magnífica película dirigida por Ridley Scott y producida por Jerry Bruckheimer, artífice –entre otras- de la serie CSI. La película nos sitúa en Somalia en 1993 durante la misión de la ONU que tenía como objeto asegurar la distribución de la ayuda humanitaria. En la operación para capturar a uno de los señores de la guerra uno de los helicópteros de los Rangers es derribado y las calles de Mogadiscio se convierten en un infierno para los soldados americanos

La cinta nos puede servir para debatir en torno al fundamento moral y a los límites de la “ingerencia humanitaria”. ¿Por qué se mandan tropas a unos lugares del mundo y a otros no? ¿Por qué la comunidad internacional se implica en los Balcanes pero no en Dafur? ¿Sólo nos importa el petróleo y eso que llaman el equilibrio geoestratégico? Las preguntas son múltiples y las respuestas difíciles: ¿tenemos la decisión y los medios para solucionar todos los problemas? ¿Estamos dispuestos a sacrificar las vidas de nuestros soldados para evitar un genocidio en el Tercer Mundo?

Pero Ridley Scott, más allá de la riqueza visual de la película, quiere insistir en una cuestión moral, en el sentimiento de solidaridad entre compañeros, en la idea de que nadie quede atrás, resumida en la frase “los Rangers no abandonamos a nadie”. Pueden existir razones políticas de peso para la retirada de Kosovo, pero se extiende la percepción de que somos un aliado poco fiable, que sale corriendo con tal de conseguir un titular en horario de máxima audiencia.

En política, no todo es marketing, aunque a veces lo parezca.

Salarios

El suplemento de economía de este nuestro diario publicaba el pasado fin de semana la noticia de que Fernández Bermejo se embolsaba al mes unos 11.000 euros, aproximadamente una mitad como ex-ministro y la otra como diputado. La cuestión no es nueva porque, al parecer, una Ley que data del año 1.980 permite que los ministros y otros altos cargos cobren el 80 por ciento de su salario en los dos años siguientes a su cese.

Sorprenden varias cosas. La primera que los políticos del alto rango puedan cobrar simultáneamente varios sueldos del erario público, cosa no permitida al común de los mortales. La segunda que lo cobren independientemente de que se vayan por voluntad propia, porque han perdido unas elecciones o porque su gestión ha sido un desastre. Ya estoy diseñando una estrategia, si acaso el azar me lleva a ocupar una cartera ministerial: lo voy a hacer tan mal para que me larguen a los quince días y me pase dos años cobrando una pasta de los contribuyentes mientras visiono los partidos de la Champions. Quizás los ministros deberían pasar un período de prueba, como en cualquier trabajo.

Y sorprende, sobre todo, la escasa sensibilidad de nuestros políticos, incapaces de imponerse medidas de austeridad a ellos mismos, necesarias en estos tiempos de hierro que nos toca vivir. Leía también que la Junta de Castilla y León dispone de 100 coches oficiales para sus altos cargos. Eso sí, marca Renault, que hay que promocionar la industria de la región. Me dirán que lo de los coches oficiales, los altos sueldos y otras prebendas es el chocolate del loro -expresión cuyo significado desconozco- pero me atrevo a proponer un experimento: con un expediente de regulación de empleo que recorte unos 100 diputados nos podemos ahorrar, como poco, medio millón de euros al mes, y todo seguiría funcionando igual. En el Senado también implantaría medidas de “flexibilización” pero antes tendría que descubrir para qué sirve, no sea que tenga alguna función oculta de trascendencia cósmica que me ha pasado desapercibida hasta el momento.

Muchos se escandalizarán diciendo que frivolizo con el Parlamento, piedra angular de nuestra democracia. Pero como soy un pringao que ni gano 11.000 euros al mes ni me he podido ir de puente se me ha agriado el carácter.

El sueño de Alejandro

Esta semana se ha acercado a León Su Majestad la Reina Sofía para asistir a la puesta de largo del Instituto Bíblico y Oriental de León (IBO). El Instituto comenzó sus actividades en el año 2.003, está dirigido por uno de esos sabios discretos que existen en el mundo –Jesús García Recio- y es una brillante realidad gracias a la colaboración de Caja España y –sobre todo- al mecenazgo del empresario leonés David Álvarez. Conviene apuntar que la grandeza de un empresario no está en lo que crea, sino –antes que nada- en lo aporta y ofrece a la sociedad.

El Centro reúne un valioso fondo arqueológico y documental y aspira a ser una referencia mundial en los estudios sobre la Biblia y las antiguas civilizaciones. Nos podemos sentir afortunados porque este viaje hacia el pasado se haga desde León. Y quizás el Museo sirva para hacernos a todos un poco más sabios o, por lo menos, algo más prudentes y reflexivos.

El Instituto abre esta nueva etapa con una exposición sobre Alejandro Magno, posible gracias a la generosa aportación de Francisco Antonovich. La figura de Alejandro es, en mi opinión, una de las más atractivas de todos los tiempos. No por sus conquistas militares sino por el proyecto de mundo que le impulsaba. Un Imperio en el que Oriente y Occidente pudieran convivir bajo una cultura en la que se fusionara de forma armónica lo mejor de los dos mundos. Pero el sueño de Alejandro fue efímero y no sobrevivió a su creador.

Una de las historias que se cuentan sobre Alejandro Magno es la del nudo gordiano. Al parecer un tal Gordias había hecho un nudo que nadie podía deshacer. La profecía aseguraba que quien desatara el nudo podría conquistar Oriente. Alejandro se enfrentó al reto y solucionó el problema cortando el nudo con su espada. Algunos piensan que simplemente recurrió a la fuerza en lugar de emplear el ingenio. Pero la enseñanza que obtengo es otra muy distinta: hay situaciones que sólo se pueden arreglar de una forma tajante, cortando por lo sano, como hizo el gran Alejandro.

Yo veo un nudo gordiano en nuestro modelo económico, asfixiado por la ineficiencia del sistema financiero y lastrado por el insufrible peso del ladrillo. Quizás Alejandro, desde el IBO y a través de los siglos, nos esté enviando un mensaje.

El encuentro

Como a nadie se le escapa el Encuentro más famoso de León es ese hermoso espectáculo que tiene lugar en la Plaza Mayor el día de Viernes Santo y que se ha convertido en una seña de identidad de nuestra Semana Santa. Pero estos días el encuentro que ha hecho correr ríos de tinta ha sido el de los primeros espadas de la política leonesa, Isabel Carrasco y Francisco Fernández. Una reunión que se había desarrollado, al parecer, bajo el signo de la concordia, pero que ha desembocado en la polémica tras acusar la Presidenta al Alcalde de alta traición (o lesa majestad) por invadir las competencias que la Diputación tiene sobre el Turismo. Realmente, parecía la típica bronca que una “seño” iracunda echa a un alumno por no hacer los deberes, pero debe ser eso del carácter.


Lo de las competencias ciertamente es un asunto complicado, y tiene mucho que ver con parcelas de poder y con caladeros de votos. Sin ir más lejos, la reunión entre Carrasco y Fernández trataba de la crisis, y allí hablaron –entre otros asuntos- de la minería y de la Universidad, donde ninguno de los dos tiene competencias. Queda muy bonito eso de agrupar esfuerzos ante las situaciones difíciles pero pienso que las Corporaciones Locales tienen que dedicarse a lo suyo, mismamente a ordenar el tráfico o a arreglar carreteras. Y, sobre todo, a no estorbar, a facilitar la vida a los ciudadanos y a las empresas. Un ejemplo reciente: con el basurazo lo único que podemos conseguir es que las empresas –si llegan- se instalen en Burgos, donde les gestionan los residuos por mucho menos dinero. Pero los políticos, percibo, parecen dominados por dos impulsos: el primero, su ansiedad por pasar a la historia. El segundo, su creencia de que pueden con todo.

Volviendo al Encuentro (al de Semana Santa) voy a comentar un dato que me ha sorprendido. En Wikipedia, que por muchas inexactitudes que contenga no deja de ser una referencia fundamental en el ciberespacio, si buscas Procesión de Los Pasos no sale nada. Y en las Procesiones del día de Viernes Santo salen más de 20 ciudades, pero ninguna de León. Ciertamente, siempre hay algo que hacer en esto del Turismo y los monopolios desaparecieron con la Campsa, aunque quizás al Palacio de los Guzmanes no haya llegado la buena nueva.

¿Hay alguien ahí?

El pasado sábado, en este mismo espacio, invitaba al entonces Ministro Bermejo a reflexionar sobre la situación. A los dos días, Bermejo anunciaba su dimisión en un gesto que nos dejaba a todos un tanto sorprendidos. Como es natural, mi primer pensamiento fue para percatarme de la decisiva incidencia que mis escritos tienen en el devenir político, de mi impresionante capacidad mediática y del liderazgo moral que desde estas páginas ejerzo con rectitud y templanza.

Pero esa estúpida creencia me duró, como también es natural, apenas dos segundos. En realidad Bermejo dimite porque el Presidente se lo exige o porque, en un rasgo de lucidez, se da cuenta que no es la persona idónea. Pero ningún político dimite, ni tan siquiera cambia de actitud, por lo que pudieran proclamar al unísono un millón de columnistas. Esa leyenda urbana del poder de influencia de la opinión publicada no deja de ser una patraña.
Eduardo Aguirre, en ese magnífico libro que es “Columnas sin pedestal –una imprescindible hoja de ruta para quien se inicia o se adentra en este oficio- describe con fino humor el pánico que se apodera del columnista cuando, en medio de la noche, se despierta dudando si ha escrito Schopenhauer con dos haches o sólo con una. Y los terrores le invaden cuando ya nada tiene remedio porque la columna navega como el Titanic hacia el lector inmisercorde.
Probablemente al lector le importa muy poco si hemos escrito bien Schopenhauer pero el columnista establece un diálogo privado con un lector invisible al que no quiere defraudar. Porque no solo escribimos para nosotros mismos, por vanidad o porque nos intentamos demostrar a nosotros mismos que somos más brillantes y ocurrentes cada día, ni mucho menos para influir en los acontecimientos. Escribimos porque nos gustaría despertar en el lector (al que presentimos como implacable) una pequeña reflexión, un breve comentario, una coincidencia con nuestra postura o una crítica mordaz y despiadada. Poco importa si nuestra opinión es la correcta porque la mayor satisfacción del escribidor es encontrarse con alguien y que le diga que le sigue todas las semanas.
Me asaltan dos preguntas. La primera es si he escrito bien Schopenhauer. La segunda si hay alguien ahí, al otro lado de la columna.

Jueces en huelga

El pasado miércoles tenía lugar en España la primera huelga de jueces, un hecho histórico que ha vuelto a poner de manifiesto los graves problemas que tiene la Justicia en España y que, de nuevo, coloca al Ministro Bemejo en el punto de mira (el chiste no es nada original pero no he podido resistirme).

Lo que está bastante claro es que a la Justicia española le hacen falta medios y ésta es la clave de la protesta. Leía estos días que en España hay 10 jueces por cada 100.000 habitantes, mientras que la media europea se sitúa en unos 19 y, en países como Alemania, se llega a 26. Y eso que los alemanes, o esa percepción tengo, cumplen más escrupulosamente los contratos y son más formales que nosotros. Por eso algunas reivindicaciones planteadas, como el incremento del número de jueces o un razonable reparto de la carga de trabajo, parecen lógicas Me ha sorprendido conocer que las aplicaciones informáticas que utilizan los Juzgados de distintas Comunidades Autónomas son incompatibles entre sí. Este es uno de los efectos perversos del Estado de las Autonomías, que cada una acaba teniendo su propio sistema operativo, y así nos va.

En el fondo tengo la convicción que en España, desde hace tiempo, no nos tomamos en serio los grandes deberes que tiene el Estado (Educación, Sanidad y Justicia). Entre otras cosas porque, entre lo que manda Europa y lo que ocupan las Comunidades Autónomas, cada vez queda menos Estado.

Yo no creo que Bermejo tenga que dimitir por irse de caza con Garzón. Al fin y al cabo cada uno elige sus aficiones, y sus amigos, como tiene por conveniente. Suscribo, además, la aguda frase de Rubalcaba de que es peor dedicarse a cazar comisiones. Pero el Ministro debería percatarse de que, con su actitud, no es improbable que le acabe saliendo el tiro por la culata (otro chiste cinegético, eh). Se impone un cambio de enfoque, y una mejor disposición, si queremos arreglar los problemas de la Justicia. Y va siendo hora de empezar a hablar de lo que es esencial en una democracia moderna.

A un famoso cazador americano llamado David Crockett (que también fue político) se le atribuye la siguiente frase: Asegúrate siempre de estar en lo cierto, y entonces avanza. Espero que, de cazador a cazador, Bermejo capte el mensaje.

El agente doble

Al parecer el viaje del Alcalde de León a Estados Unidos, que despertó una cierta polémica en su inicio, puede lograr que 500 alumnos de la Universidad de Washington aterricen en León cada año para estudiar español. Me parece perfecto y –aparte del turismo- así conseguiremos rejuvenecer la ciudad que, de otra forma y cuando nos jubilemos la generación del baby-boom, podría ser lo más parecido a un cementerio de elefantes o a una macro-residencia de ancianos con Catedral incluida. Me puede aterrar un poco que la invasión de la juventud anglosajona acabe convirtiendo León en una versión posmoderna de “Desmadre a la americana” pero aplaudo la iniciativa, siempre que se convierta en realidad y, sobre todo, siempre que –en el futuro- a esos jovenzuelos no se les ocurra acercarse a mi hija para algo que no sea conversar en inglés.

La actualidad de la semana nos ha traído de nuevo a la primera línea a ese personaje omnipresente que es el Juez Garzón, ese moderno Guerrero del Antifaz que hace todos los méritos para convertirse en un habitual de mis columnas. Tengo algunas preguntas, como qué hace un Magistrado de la Audiencia Nacional instruyendo un caso que tiene un alcance que parece local o cómo alguien puede gastarse 2.000 euros por participar en una cacería en lugar de irse con los chavales a Eurodisney. Pero no obtengo respuestas.

Lo que me ha descolocado un poco es la respuesta del PP, que alude a una trama dirigida contra ellos y orquestada por Bermejo y Garzón que, entre jabalí y jabalí, se dedicarían a urdir conspiraciones. Lo lógico, o lo natural, es que el primer partido de la oposición hiciera una investigación interna para saber qué puede existir de cierto en las acusaciones que han salido a la luz pública. Es cierto que Garzón, con tal de aparecer en los periódicos, es capaz de ponerse a investigar el asesinato de Julio César. Pero no lo es menos que, al Partido Popular, debería interesarle saber si existe alguna manzana podrida en el partido de la gaviota.
El problema son los hechos, si son ciertos o no, no quién los investiga. Me temo que el PP se ha vuelto a equivocar de estrategia, y la única respuesta que encuentro es que Rajoy tiene entre sus asesores a un agente doble, que en realidad trabaja para la Moncloa.

El mercader de Venecia

El Consejo Superior de Cámaras ha publicado esta semana la “Encuesta sobre el Acceso de las PYMES a la financiación ajena”. El informe arroja datos que nos permiten apreciar en su justa medida el mayor problema –junto con el desempleo- al que nos enfrentamos, y que es la financiación de las empresas. La Encuesta nos dice que cuatro de cada cinco pymes han tenido problemas a la hora de acceder a la financiación externa y los números son descaradamente siniestros: el 17 por ciento de las empresas que lo necesitaban no han conseguido un crédito y en el 83 por ciento restante las condiciones se han endurecido severamente (encarecimiento de comisiones, mayor exigencia de avales, requerimiento de garantías de carácter personal en un 25 por ciento de los casos, etc.

Los de la Banca se defienden, alegando que ellos claro que prestan dinero, que es su negocio, pero que no pueden conceder préstamos a quiénes no están en condiciones de devolverlos. El argumento parece muy rotundo pero uno se pregunta si a los banqueros, esos tipos que ganan sueldos millonarios, no se les debería ocurrir algo mejor. Uno se asusta, o se escandaliza, cuando imagina que una persona normal debería estar trabajando unos doscientos años para ganar lo que Francisco González, el Presidente del BBVA, se embolsa en un año entre fijo y variable.

La burbuja

Esta semana me llamó la curiosidad el vaticinio de un experto, que responde al nombre de José García Montalvo y es Catedrático de Economía en la Universidad Pompeu Fabra. Decía este buen hombre, que imagino que será una autoridad en la materia, que el precio de la vivienda debe caer hasta un 50 por ciento para lograr el ajuste del mercado. Lo que sucede, cosa habitual en economía, es que los análisis van por un lado y los datos se empeñan a veces en llevarles lo contraria. Porque, a pesar del supuesto estallido de la burbuja inmobiliaria, ni los precios bajan de forma sensible ni parece que lo vayan a hacer en los próximos meses.

La vivienda ha sido el aceite que engrasaba todo el sistema y del que todos se enriquecían: los propietarios de suelo, los promotores, los Ayuntamientos, la Hacienda Pública (o sea todos, que no deja de ser un consuelo), los encofradores y un largo etcétera. Cierto que algunos ganaban bastante más dinero que otros pero esa es una de las rarezas que tiene el mercado. La cosa fue bien hasta que nos encontramos con dos hechos que nos enfrentaron a la dura realidad: un stock de más de un millón de viviendas sin vender y el cierre del grifo del crédito hipotecario. Es decir, los Bancos dejan de prestar dinero porque la vivienda, en diez minutos, pasó de ser la mejor inversión del mundo a convertirse en eso que llaman ahora un activo tóxico.

En el crecimiento desaforado del negocio del ladrillo han intervenido una serie de mecanismos mentales que operan en la naturaleza humana y que llegaron a crear una serie de “verdades oficiales” que a la postre se han revelado como parcialmente inexactas. Por ejemplo, que la vivienda siempre da más rentabilidad que la Bolsa, que es mejor comprar que alquilar, que la vivienda es una inversión segura o que su precio es imposible que baje. También ha tenido algo que ver la codicia, pecado consustancial al sistema aunque lo llamen visión de negocio, que indudablemente queda como mucho más poético.

Yo sí creo que el precio de la vivienda bajará, aunque algunos se resistan o no lo quieran ver, de la misma manera que los ordenadores cuestan hoy la mitad que hace cinco años. Al fin y al cabo sólo se trata de que la oferta se encuentre con la demanda. Y eso lleva su tiempo.

El Musac

Hoy podríamos hablar de muchas cosas, desde el entusiasmo que despierta el nuevo Presidente de los USA hasta la ascensión a la primera línea de la política local del nuevo vocero del Partido Popular, Julito Maravilla. Pero pongamos una nota cultural en esta columna. No solo de política vive el hombre.

Me gustaría hablar del MUSAC, que se asoma a las primeras páginas por la noticia de la sustitución de quién ha sido su Director, Rafael Doctor, desde que la criatura comenzó a andar allá por el año 2.005. La propuesta socialista de que el nuevo Director sea elegido por concurso parece bastante lógica, sobre todo si tenemos en cuenta que el MUSAC tiene para este año un presupuesto de 4,7 millones de euros. Es más, volviendo a Obama, me gustaría importar el modelo americano, y que el nuevo Director fuera “examinado” por el Parlamento regional antes de comenzar a ejercer sus funciones.

Debo comenzar reconociendo mi incapacidad casi congénita no sólo para apreciar, sino incluso para comprender el Arte Contemporáneo. Para mí, hasta Gauguin me parece exageradamente abstracto. Es verdad que el MUSAC se ha convertido en un referente cultural y turístico de León y la gestión de Rafael Doctor ha servido para ponernos en la vanguardia. Ahora bien, el hecho de que se dedique a programar el Arte que se produce en este momento me plantea la duda de si es un Museo o más bien una Galería de Arte. Una Galería que vive de espaldas y algo desconectada de la sociedad leonesa.

Hace unos meses visitaba con mi familia una de las exposiciones del MUSAC. En una pared se proyectaba una película (igual era una performance pero hasta ahí no llego) y mi hijo Andrés, llevado por la curiosidad, se acercó a contemplar la obra y tocó la pared. En ese momento un divulgador cultural de los que controlan el Museo se acercó alarmado y con cierta rudeza me dijo si no podía tener controlados a los niños. Mi reflexión es que el sujeto quizás supiera mucho de las nuevas tendencias en las que se mueven las expresiones culturales de nuestro tiempo, pero desconocía por completo la naturaleza humana. Y mi hijo, con seis años, quedó asombrado y perplejo ante el Arte Contemporáneo, porque lo que había tocado era una pared (o sea, un trozo de cemento) no La Venus del Espejo.

La movida del agua

La movida del agua ha servido para animar los Plenos del Ayuntamiento de León. También contribuye a hacer extraños compañeros de cama, como el Grupo Popular y los ecologistas, coincidencia que evoca la pinza Aznar-Anguita en versión cazurra. Pero ésta es una buena ocasión para reflexionar sobre cuestiones de cierto calado. Por ejemplo, sobre si las privatizaciones son buenas o necesarias o, por lo menos, relativamente imprescindibles.

En principio debo confesar que no me gustan las privatizaciones, entre otras razones porque sólo se privatiza lo que da dinero. En España, con ese cuento de que había que entrar en el euro, nos dedicamos, en los tiempos de Aznar, a vender y liquidar todo el patrimonio que tenía el Estado. Ya casi nadie recuerda que, en tiempos pretéritos, Telefónica o Repsol, o una parte del actual BBVA llamada Argentaria, eran empresas públicas, de todos los españoles.

Nadie privatiza porque quiere, sino porque no le queda otro remedio, de la misma manera que nadie cierra su empresa porque haya sido atraído por el lado oscuro de la Fuerza, sino porque la situación económica se vuelve insostenible. Las matemáticas tienen la terrible virtud de ser increíblemente testarudas y, si las cuentas no salen, hay que buscar soluciones. Dos precisiones importantes: en el caso de León se privatiza el 49% y un servicio no deja de ser público porque se gestione privadamente.

La movida del agua ha servido también para elevar a los altares a la Concejala cesada o dimisionaria (el matiz no me parece decisivo) Humildad Rodríguez, convertida en la Juana de Arco de la escena leonesa. Aplaudo su decisión de renunciar al acta de Concejal, me parece esencial la discrepancia y el debate pero la política, como el fútbol, es un juego de equipo. Me pueden deslumbrar los destellos de Messi, pero soy un apasionado del fútbol colectivo. Quien decide la estrategia, y quiénes juegan, es el entrenador, es decir, el Alcalde. Y será la afición, o en su caso los electores, quienes tendrán la última palabra.

Se me objetará que la metáfora es muy forzada, y quien pensará que el fútbol es más importante –o por lo menos más divertido- que la política, pero mi sincera opinión es que una cosa es ser independiente y otra muy distinta ir a su bola.

Los Reyes Magos

De un tiempo a esta parte el Grupo Popular del Ayuntamiento de León se ha vuelto extraordinariamente susceptible. Hace un par de semanas se mosquearon por aquello del pufo de la época Amilivia y, con las vestiduras rasgadas pese a los rigores invernales, abandonaron el Pleno. Ahora se han enfadado porque los Reyes Magos, concretamente el Rey Gaspar, agradecía los esfuerzos para que el año próximo pudieran llegar en AVE y a los avispados populares les ha sonado a propaganda gubernamental.

Pero se equivocan: los Reyes Magos no son zapateristas aunque, como toda Monarquía que se precie, quizás sean ligeramente conservadores y suelen estar con el poder establecido. Me gustaría precisar, no obstante, que la Alta Velocidad es, o debería ser, un proyecto de todos. Un proyecto que además llega mucho más allá de una simple legislatura. Recordemos que el AVE a León no es sino la prolongación del que se proyectó e inició hasta Valladolid en la época en que Aznar (antes de volverse un sex-symbol) era Presidente del Gobierno. Porque todos los Presidentes, además de convertirse en líderes mundiales, quieren llevar la Alta Velocidad a su pueblo: Felipe a Sevilla, Aznar a Valladolid y ZP a León. El día en que alguien de Canarias llegue a la Moncloa imagino que lo que procederá será montar un ferrocarril submarino y seremos el asombro de Occidente.

Y a los del PP tampoco les ha gustado la Cabalgata y el viceportavoz del PP, Julio Cayón, habla de “sainetes de lágrimas de cocodrilo por un lado y gasto sin control por otro” (la prosa del viceporta me deja un poco perplejo). En mi opinión, la Cabalgata no estuvo mal y, si se consigue un espectáculo digno y bastante vistoso con escasos recursos económicos, es justo reconocer la buena gestión de la Concejala de Turismo y Fiestas, Susana Travesí. Pero como soy un ácido columnista voy a poner algunos peros. En primer lugar, las carrozas de sus Majestades están ya algo cutres. En segundo, cada año que pasa me horroriza más la payada del Belén (que decía mi abuela). Y, finalmente, no entiendo ese afán de convertir a los Magos de Oriente en “francotiradores de caramelos”. Eso debería preocupar al Partido Popular, y no los discursos del Rey Gaspar. Lo de las roscas de los Simpson que lanzaban unos payasos estaba bien llevado y propongo que para años venideros se arrojen gominolas.

Con el año que viene sube todo, desde el paro –cuyos datos son espeluznantes- hasta el recibo de Gersul –ésto nos pasa por protestar-. Menos el precio de la vivienda en Ponferrada, bajada que el Alcalde atribuye a su gestión urbanística y no al estallido de la burbuja inmobiliaria. No cabe duda, el papel lo aguanta todo, hasta mis columnas.

Nada nuevo bajo el sol

Comenzamos un nuevo año, cuyos primeros instantes estuvieron marcados por el intercambio de SMS, que se ha convertido en el nuevo canal de comunicación, y que pretenden ser ingeniosos y originales. El problema es cuando recibes, de cuatro personas diferentes, el mismo mensaje de texto, y te preguntas si existe algún mecanismo de telepatía que consigue que todos piensen lo mismo.

Lo cierto es que la historia esa de los SMS nos ha hecho olvidar uno de los lugares comunes de la Navidades de antaño, cuando no podías felicitar el nuevo año por teléfono porque una voz te advertía, muy educadamente, que existía “sobrecarga en la red”. Una expresión tan enigmática, recuerdo, como aquella con la que el Jefe de Estación justificaba el retraso del tren: “se ha caído la catenaria”. Los mensajes de texto harán olvidar, me temo, lo que era la Ortografía y está surgiendo un nuevo idioma que igual termina siendo una lengua cooficial y en la que me manejo con una cierta dificultad.

Mucho hemos avanzado en algunos campos, aunque cada uno de enero nos encontramos con hechos y sucesos que invariablemente se repiten todos los años: tragedias como la de la discoteca de Tailandia, subidas de precios en servicios básicos, mascotas abandonadas a su suerte, buenos propósitos para el año que viene, etc. Y lo cierto es que no hemos progresado tanto como nos creemos, y así no se vislumbra una vacuna contra el SIDA ni un remedio contra el cáncer, o la posibilidad de producir alimentos que terminen con el hambre en el mundo.

Lo que no cambian son algunas de las iniciativas peregrinas con la que nos sorprenden los políticos. La semana pasada el Ayuntamiento de León nos amenazaba con “normalizar en 2.009 el uso compartido del castellano y el llïones en documentos oficiales”. Somos lo máximo: mientras el Gobierno de España suprime el BOE en papel (entre otras cosas para ahorrar el Estado seis millones de euros al año y el planeta unos cuantos miles de árboles talados) nosotros nos dedicamos a escribirlo todo dos veces. Por lo visto, según el Concejal Abel Pardo, la utilización del leonés es un derecho que reconoce la ONU y debe normalizarse. Pues que lo normalice con su dinero, no con el de los contribuyentes.

Aunque las “ocurrencias” no son patrimonio exclusivo de ningún partido y así, en último Pleno, el Grupo Popular del Ayuntamiento de la capital proponía rescatar la figura del “sereno”. Puestos a ser imaginativos, y para que no se diga que no soy constructivo, se me antoja la idea de recuperar la Orden de Caballería, para deshacer entuertos, socorrer a la viudas y amparar a los débiles. Para todos, mis mejores deseos para el año que viene. Sean felices.






El pufo

Las Navidades no están siendo tranquilas en la antigua capital del Reino. El último Pleno del Ayuntamiento de León ha sido movido, sobre todo para los del PP, que se movieron a la calle cuando el Concejal de Hacienda les recordó que el crédito de 70 millones de euros era para tapar el pufo que había dejado la época Amilivia. La expresión es fuerte, pero tampoco como para ofenderse y abandonar el Pleno. Lo ofensivo, en su caso, puede ser la gestión que generó la deuda de más de 200 millones de euros, no que te lo recuerden.

Podríamos hablar extensamente de cuándo, dónde y por quién se gestó la deuda, y aquí todos podemos ser más o menos responsables. Aunque, como siempre, unos mucho más y otros bastante menos. Pero estamos en Navidades, y hay que lanzar un mensaje de optimismo, y desear paz en la Tierra a las gentes de buena voluntad, y aquí incluimos también a los políticos.

La financiación que llega (70 millones de euros) es una buena noticia, sobre todo para los proveedores que ven la posibilidad de cobrar sus deudas. Claro que, como es natural, la deuda se incrementa, porque todos los Bancos (incluso la Compañía de Empréstitos que dirige James Stewart en Qué Bello es Vivir) cobran intereses. Pero el Plan Económico Financiero del Ayuntamiento (el PEFA, no confundir con el pufo) permite liquidez en la Tesorería Municipal y transformar obligaciones ya vencidas en deuda a medio o largo plazo. Porque para una Administración el problema crucial no es cuánto debe sino cuándo lo tiene que pagar.

Quizás hablar de pufo, que según el Diccionario de la Real Academia es “deuda cuyo pago se elude de forma fraudulenta”, sea exagerado. Pero lo que dejó el anterior equipo municipal, utilizando también una expresión coloquial, es un buen barro, y Fernández Cardo, el Concejal de Hacienda, ha tenido –seguimos con giros populares- que comerse el marrón. Puede haber decisiones discutibles, y se echa de menos un cierto consenso para ejecutar políticas de ajuste financiero, pero no puede negarse el coraje político a la hora de afrontar el mayor problema que tiene la ciudad, que es la precaria situación económica del Ayuntamiento.

Pero no nos engañemos, por mucho que estemos en Navidades y sigamos creyendo en los Reyes Magos. Los 70 millones que vienen no servirán de nada si no se actúa seriamente y con rigor sobre las fuentes de gasto: exceso de plantilla, problemas en la gestión, proyectos faraónicos, servicios impropios que prestan los Ayuntamientos, etc. Debemos exigir eficacia y austeridad al equipo de gobierno, pero también coherencia y responsabilidad al Grupo Popular. Menos rasgarse las vestiduras y todos a tirar del carro, como nos ha recordado Su Majestad.


El retorno del Jedi

No sé yo cuál ha sido el acontecimiento más sorprendente del Congreso del PP. Personalmente me ha impactado esa chaqueta roja con la que el Secretario General, Eduardo Fernández, arengaba a la tropa que abarrotaba San Marcos. Pero ese llamativo atuendo tiene una explicación, según mi particular forma de ver la actualidad. Le sirve para identificarse, ante los demás, y probablemente ante sí mismo, como hombre de partido y no como Delegado Territorial. Digamos que es como el traje que utilizan los superhéroes, no sólo enmascara su identidad, sino que les ayuda a ponerse en su papel de salvador del planeta frente a los villanos.

Pero dejando aparte los apuntes sobre moda sport-casual la gran noticia del Congreso ha sido el retorno del Jedi, es decir, de Cecilio Vallejo. Lo de Jedi viene de los tiempos de la revisión del Plan General, cuando Cecilio Skywalker diseñaba con su puntero láser el León del futuro. Mucho han cambiado las cosas desde entonces. Entonces había escasez de suelo. Ahora sobran viviendas.

Al fin el PP se ha decidido a rescatar a su gran esperanza blanca, que regresa a la arena política, y parece que la Vicesecretaria de Comunicación es el primer paso para convertirse en el candidato a Alcalde. Es mi previsión, pero reconozco que las predicciones no son mi fuerte: siempre dije que el teléfono móvil era un artefacto demasiado pesado e incómodo para popularizarse. Pero en lo que muchos coincidimos, más allá de la ideología (que cada vez pesa menos en estas cuestiones), es que Cecilio Vallejo ha sido un gran gestor y uno de los mejores políticos que ha tenido la ciudad de León. Buen comunicador, brillante, culto, viajado y, sobre todo, con una visión de futuro y un formidable tirón electoral.

Era extraño que el PP decidiera prescindir alegremente de una de sus grandes bazas, pero los designios de la alta política siempre me han parecido inescrutables. Era, sirva la metáfora, como dejar a Messi en la grada, y esperar que entre Abidal y Pujol se dedicaran a construir esas pequeñas sociedades futbolísticas de las que nos habla Jorge Valdano.

Ahora bien, contar con Messi, o con Vallejo, no garantiza ni los títulos ni las victorias electorales. El año pasado el genial Leo marcó un gol de antología al Getafe, pero eso no impidió que el equipo madrileño remontara la eliminatoria en el Alfonso Pérez y nos apeara de la Copa del Rey. Y las dos últimas temporadas, con Messi y por mucho que nos pese a los blaugranas, la Liga se la llevó el Madrid. Así que el PP no debería dejarse llevar por la euforia o por la autocomplacencia. Aunque, barrunto, el PSOE local debe andar buscando su Van Nilstelroy en el mercado de invierno. Hay partido.

El valor de las cosas

Todos nos hemos sentido escandalizados a raíz de la jugosa entrevista que el otrora Alcalde de Marbella ha concedido a una cadena de televisión. Muchos se preguntan si es ético pagar 350.000 euros a un delincuente para que cuente cómo se encuentra. Ético no debe ser pero imagino que será muy rentable y la cadena cosechó más del 10 por ciento de la audiencia de esa noche. Matizando que la televisión, en el mundo de Internet, cada vez tiene menos importancia, no dejan de ser muchos millones de españoles contemplando boquiabiertos la brillante oratoria de ese sujeto. Que por otra parte no respondió, al parecer, a ninguna de las grandes cuestiones que me hago cada día. A saber: dónde está el dinero y si sigue con la Pantoja. Esta última incertidumbre es la que, ciertamente, me atormenta y no me deja dormir.

Y hay una tercera pregunta que se me ocurre y es cómo se le ocurre a unos empresarios de la comunicación pagar esa pasta a Muñoz, o los 50.000 euros que le atizaron a Luis Roldán, aquel personaje tan imaginativo que se inventaba títulos y que se dedicó a apropiarse del dinero de los contribuyentes en lugar de dirigir a la Benemérita, como era su deber.

Uno de los principios que parecían intocables en la sociedad de nuestros días era que las cosas valen lo que una persona esté dispuesto a pagar por ellas. El brutal estallido de la burbuja inmobiliaria, o los misterios que se ciernen sobre el verdadero valor de los novedosos productos que han provocado la crisis financiera, nos ha demostrado que ese dogma no era tan real. El mercado se comporta en ocasiones como un colegial inocente al que cualquier avispado puede timarle. La justicia es ciega pero el mercado, a veces, es un poco tonto, o por lo menos bastante incauto.

Pero no sólo se pagan barbaridades a delincuentes y famosos que se pasean por las televisiones desentrañando los misterios del Universo sino que hay muchísimas cosas que cuestan mucho más de lo que valen. Sin entrar en los salarios de futbolistas, actores y especies afines resulta absolutamente escandaloso que grandes directivos de nuestro país tengan retribuciones de varios millones de euros anuales. O que, se me ocurre, la sociedad Intermoney, que asesora a la Junta en el proceso de fusión-integración de las Cajas de Castilla y León, tengo una minuta de 1,5 millones de euros por su trabajo. Si a esta consultora le abonan esa millonada (con el dinero de todos) me pregunto cuánto debería haber cobrado Mozart por componer el Concierto nº 21, Mankiewicz por dirigir Eva al Desnudo o Vargas Llosa por escribir “La Tía Julia y el escribidor”, por poner unos ejemplos. No me respondan ahora, háganlo después de la publicidad.

Impuestos

Esta semana ETA volvía a sembrar el terror segando la vida de un empresario cuyo único delito era trabajar en una obra como la Alta Velocidad que es sinónimo de futuro y de progreso. Un futuro y un progreso que los terroristas, tan desalmados como ignorantes, ni comprenden ni permiten. En León nos sorprendía la noticia de la muerte del concejal del PP Manuel Álvarez, un buen hombre discreto, cercano y trabajador.

Pero hoy vamos a hablar de impuestos. Alguien dijo que tener prensa libre y pagar impuestos es lo que caracteriza a las sociedades democráticas. Y yo anoto que, en último término, la imposición de un tributo se justifica por la legitimidad del gasto. Es decir, en qué se gastan los políticos el dinero de los contribuyentes. El problema no es cuánto pagamos (sin pasarse, naturalmente) sino el para qué pagamos.

Y otra cuestión importante en estos temas tributarios es el “quiénes”. Algunos tenemos la convicción, o por lo menos la ligera sospecha, de que siempre pagamos los mismos. Me explico: cuando tienes una nómina, o facturas correctamente todas tus operaciones, cumples religiosamente tus obligaciones para con el Fisco, no sólo por una cuestión cívica sino porque no te queda otro remedio. Pero sigue existiendo el fraude fiscal, la economía sumergida y el dinero B no sólo se recoge en las bolsas de basura de Julián Muñoz.

Con los impuestos de las viviendas pasa lo mismo. Éste año ha estado de actualidad el IBI y sus brutales subidas en la City. No sé si es muy moderno eso de pagar por la propiedad que uno tiene, generalmente a medias con el Banco o Caja de turno, pero me temo que aquí tampoco pagamos todos, o por lo menos hay muchos que no pagan lo que debieran.

No cabe duda de que en las ciudades se controla para que todos aporten lo que según la norma les corresponda, pero en muchos pueblos, con pocos recursos, la cuestión es más difícil. Cuento un hecho real: en el año 2.007 el Ayuntamiento de Crémenes detectó que muchos inmuebles, que contribuían como solares o almacenes, eran en realidad viviendas construidas hace 10 años. Existía un caso ciertamente llamativo: un solar justo al lado del Ayuntamiento (que pagaba 10,41 euros de IBI) y que en realidad era una casa bastante maciza con siete chimeneas, habitada curiosamente por quien había sido el Secretario del Consistorio. Como se trata de un Ayuntamiento con pocos medios solicitaron una inspección por parte del Servicio de Recaudación de la Diputación Provincial, solicitud que sigue durmiendo el sueño de los justos en algún rincón olvidado del Palacio de los Guzmanes.

No sé si se trata de un caso aislado o es la punta del iceberg, pero, queridos Reyes Magos, que Hacienda seamos todos.