22 de diciembre de 2010

Estado de alarma

Lánguidamente se acercaba el final de un año para el olvido y los españoles se aprestaban a disfrutar del Puente. Incluso el Presidente Zapatero animaba al pueblo soberano y nos ilustraba diciendo que estábamos en la última curva de la crisis. Tal vez debió añadir que quizás derrapemos y nos precipitemos por un barranco, pero no quiso asustarnos. Qué bellas metáforas iluminan los discursos de ZP. Es un crack.

Y van los controladores, se ponen burros, se cierra el tráfico aéreo y, por primera vez en la historia de la democracia, el Gobierno decreta el estado de alarma para que volvieran a su puesto de trabajo. La Ley dice que el estado de alarma procede cuando exista una paralización de servicios públicos esenciales, y queda claro que esta circunstancia sí se produjo el día 3 de diciembre. Pero resulta dudoso que persista en la actualidad. Muchas voces critican que se utilice el estado de alarma con carácter preventivo. Es el famoso ‘por si acaso’, tan utilizado entre nosotros.

El estado de alarma permite hacer cosas realmente increíbles. Por ejemplo, la Autoridad competente (término muy sospechoso) puede limitar la circulación de vehículos o personas o condicionarla al cumplimiento de determinados requisitos, requisar bienes, imponer prestaciones personales obligatorias (no quiero imaginar de qué clase), racionar el consumo de artículos de primera necesidad y otras lindezas semejantes.

Me resulta inquietante el poder que tienen los políticos y me preocupa que se aficionen y echen mano de la alarma en función de las circunstancias. Que somos poco competitivos, pues a trabajar más horas; que el déficit va mal tirando a peor, confiscamos unos palacetes y los vendemos; que se puede generar un atasco enorme por la operación salida, se prohíbe la circulación, o sólo pueden viajar aquellos que acrediten buen comportamiento.

Y no me extrañaría que, desde la cúpula del PP, como siguen buscando a estas alturas candidato para la Alcaldía de la City, lancen el bulo de que se va a declarar el estado de excepción y se suspenden las municipales, a ver si cuela. Porque, como es notorio, tienen un serio problema: van a tardar tanto en encontrar candidato que no les quedará tiempo para buscar votantes. Y entonces sí que saltarán las alarmas.

12 de diciembre de 2010

El Informe Pelícano

El informe Pisa es algo parecido al Informe Pelícano que salía en una película de Julia Roberts. Debe ser muy trascendente y sesudo, pero tengo serias dudas de que alguien lo haya leído en su integridad. Al parecer se trata de analizar el rendimiento intelectual de los alumnos de quince años en matemáticas, comprensión lectora y competencia científica, una especie de Liga de los alumnos de la OCDE. A España no le ha ido excesivamente bien y, aunque mejoramos en algunos aspectos, seguimos por debajo de la media de los países desarrollados.

Pero la sorpresa para muchos ha sido que Castilla y León encabeza la tabla nacional en las tres disciplinas. Es decir, somos el Dream Team de la competición, y en seguida ha salido alguno de la Junta a ponerse las medallas. Eso es muy típico de este país, lo bueno es gracias a nosotros y las desgracias siempre vienen del Gobierno. Es la genética del político. Desde la Moncloa hacen lo mismo cuando echan la culpa de la crisis al comportamiento de los mercados –como si fueran unos niños traviesos- en vez de reconocer su propia incompetencia.

No obstante, aconsejo no ponernos gallitos por ser los primeros del país, sino preguntarnos por qué superamos por poco la media de la OCDE y estamos por debajo de países como de Finlandia, Corea del Sur, Australia o Canadá, naciones que encabezan el ranking. Para entendernos, no llegamos ni a jugar la UEFA, así que alegrías las justas.

Estadísticas al margen, lo cierto es que nuestros estudiantes son buenos y eso debería ser motivo, no sólo de orgullo, sino también de esperanza para la Región. Alguien está haciendo bien su trabajo, y merece un reconocimiento. No me refiero al Consejero ni a su guardia de corps, sino a todos los profesores y maestros que desarrollan su trabajo, su vocación, en Castilla y León. A ellos, a quienes ponen el saber en las mentes de nuestros hijos, deberían ir los premios y las alabanzas. La educación de nuestros jóvenes debiera ser la mayor preocupación de nuestros gobernantes, pero ninguno de ellos lo asume como una prioridad. Afortunadamente para todos, y para el futuro, ahí están los maestros. Y también esos padres que, tras un día de trabajo, tienen tiempo y paciencia para preguntar la lección o repasar los deberes.

6 de diciembre de 2010

Michaisa y la historia

El conocido tradicionalmente, en la City, como cruce de Michaisa ha sido un tradicional punto negro de circulación que, durante décadas, hemos padecido estoicamente leoneses y foráneos. El 1 de diciembre del año de gracia de 2010 –aunque este año será cualquier cosa menos gracioso- autoridades y políticos de las diversas Administraciones inauguran esta obra. Ese feliz día, tras 15 meses y 4,3 millones de euros de inversión aportados por Gobierno, la Junta y el Ayuntamiento, se ponía fin a una pesadilla circulatoria y el Alcalde de León hablaba de un día histórico. Es decir, como la caída de Constantinopla en poder de los turcos o el descubrimiento de América. Se dirán que en León somos secos, recios y taciturnos, pero cuando nos podemos a exagerar no hay quien nos iguale en el orbe.

Al parecer las obras han concluido tres meses antes de lo previsto porque, si se hubieran cumplido escrupulosamente los plazos, la infraestructura se habría puesto en servicio en el mes de abril de 2.011. Esto es, casualidades de la vida, un mes antes de ese momento tan especial que sucede cada cuatro años y que se llaman elecciones. Pero, sea porque los operarios han sido extremadamente diligentes o porque el azar gobierna los destinos humanos de forma inexorable, los trabajos ya han sido finiquitados. Incluso se diría que en las últimas semanas simplemente se han dedicado a asfaltar, señalizar y dar algunos retoques, en la vana esperanza de estirar los arreglos hasta la campaña electoral. Y digo esto porque, según una ley no escrita, las inversiones públicas son por naturaleza flexibles y tienen la capacidad de amoldarse a las citas electorales. Si acaba antes, se hacen unos retoques o se plantan unas flores, que llevará un tiempo que arraiguen; si nos sorprende la campaña electoral en plena faena se improvisa una inauguración de urgencia, aunque al edificio le falte el tejado o haya que poner un par de puentes en la autovía.
Como siempre hay cosas que añadir o rectificar en las obras (y algún carril ha quedado ciertamente angosto) en pocos meses asistiremos a otro evento. Y, para pasar a la historia, puede que coloquen una estatua ecuestre de nuestro Alcalde (o con su perro Sumo, que resulta más campechano) con una leyenda en latín.

28 de noviembre de 2010

El candidato enmascarado

Ayer tuve un sueño, que diría Luther King, la campaña electoral se había desatado y yo debía cubrir los eventos como reportero de a pie. El mundo onírico es ciertamente proclive a la movilidad funcional, y los columnistas asumimos otras tareas con relativa facilidad.

Me sorprendió ver que el partido de la gaviota era liderado en la City por un candidato enmascarado. Ante mi incauta pregunta me respondieron que no importaba quién era el cabeza de lista o que fuera el candidato impuesto desde las alturas, elegido por las bases soberanas o designado por las mentes pensantes de la calle Génova. Que lo decisivo era el partido y no la persona. Y además, había que ser modernos, y que los superhéroes también ocultaban su identidad cuando luchan contra los villanos. ¿O es que tú sabes quién es Spiderman, me entiendes?, concluían dando por zanjada la rueda de prensa.

La verdad es que en los sueños soy todavía más torpe de reflejos que en el mundo real, o el oficio de reportero me queda grande, y no supe qué decir. Debería haber preguntado si pensaban desvelar quién se ocultaba tras el disfraz después de las elecciones o si el próximo Alcalde trabajaría sin desvelo, por los intereses de la ciudad, desde el anonimato. Pero recibí instrucciones precisas de retornar a la columna y entonces me vi en la obligación de elucubrar alguna reflexión más o menos peregrina.

Y la pregunta que me hacía es a quién votamos en los comicios municipales, y si es decisivo o intrascendente el nombre del candidato. Está claro que en las generales ni siquiera nos preocupamos de quiénes van en la lista y en las autonómicas tenemos en la cabeza a Herrera o a López, pero las municipales son otra cosa. Aquí se torna esencial el nombre del posible Alcalde y del equipo que le rodea, y un error, un experimento o una obsesión pueden acarrear irreparables consecuencias. Y es así porque consideramos los Ayuntamientos como la Administración más cercana al ciudadano, un espacio donde el factor humano es tan esencial que olvidamos las siglas y ni siquiera leemos los programas. Cavilaba yo en esta línea de pensamiento cuando sonó el despertador. A la luz de la hermosa y fría mañana de León seguía enredado en mis dudas. No sabía si votar a Spiderman o a Batman.

26 de noviembre de 2010

Retorno a los apellidos

He recibido algunas matizaciones -léase críticas- por la columna que dediqué al baile de los apellidos. Incluso uno de los comentarios en mi blog –suarezdehoyos.blogspot.com- me corregía amablemente apuntando que la reforma supone el fin de una discriminación para la mujer. Quisiera precisar que no me parecería mal que el primer apellido, por ley, fuera el de la madre, pero lo que me resulta demencial es que en caso de discrepancia el criterio sea el alfabético. Y, francamente, sigo pensando que hay asuntos más importantes que deberían despertar la atención de nuestros gobernantes. Se diría que viven en un universo paralelo, con preocupaciones muy distintas a las del resto de los mortales.

Me preocupa que haya personas que piensen que la discriminación es un problema de orden de apellidos. En Estados Unidos la mujer adopta el del marido cuando se casa y, sin embargo, a nadie le sorprendió que, en 1999, Carly Fiorina llegara a la Presidencia del gigante HP y se convirtiera en una de los empresarios más poderosos del planeta. En España, la presencia de mujeres en los Consejos de Administración o al frente de empresas sigue siendo escasa, pero esto no se arregla con el sistema de cuotas: treinta por ciento para mujeres, diez para inmigrantes, cinco para personas con sobrepeso, y así sucesivamente. Se soluciona trabajando desde la base, donde residen los problemas.

Hay datos de los que es necesario partir. El primero, que la incorporación de la mujer al mercado de trabajo en España ha sido tan tardía como imparable, y en treinta años hemos pasado de dos millones de mujeres trabajando fuera del hogar a superar los ocho millones. Pero hay otro problema de base: la mujer, por exigencias sociales, por propia iniciativa o por una mezcla de los dos factores, suele anteponer el cuidado de la familia, no sólo a su promoción profesional, sino al simple hecho de desarrollar una actividad laboral.

Aquí es donde deben intervenir los poderes públicos, y existen actuaciones que estimo imprescindibles: racionalizar horarios, construir guarderías, potenciar el teletrabajo, etc. Porque hoy por hoy, salvo para los afortunados que, como yo, tenemos suegros activos y dispuestos, conciliar vida laboral y familiar sigue siendo una utopía.

15 de noviembre de 2010

El mercado de invierno

Esta semana el Partido Popular de León se reunía para lanzar los candidatos a distintos municipios de la provincia. Las elecciones están más cerca de lo que parecen, o de lo que muchos quisieran, y todos se aprestan a la batalla. Aunque sigue en el aire la gran incógnita y es el cabeza de lista de la City. Hace meses Cecilio Vallejo, para muchos uno de los mejores políticos que ha tenido la ciudad, parecía el candidato perfecto, alguien que reunía dos virtudes básicas: un proyecto de ciudad en la cabeza y un gran tirón en la calle. Pero quizás tuvo la ‘debilidad’ de querer elegir a su equipo. Y hay flaquezas que, desde la cúpula del Partido, al parecer no se perdonan.

En el PP un día cuentan que no hay prisa y otro que lo tienen decidido, pero que no quieren decirlo. Deben tener miedo de que otro partido les quite el candidato. También se comenta y rumorea que están haciendo encuestas telefónicas pero, como no me llaman, no me lo termino de creer. En realidad, barrunto que están esperando que se abra el mercado de invierno, como en el fútbol, para fichar esa estrella que les permita llegar a la Alcaldía.

Pero los fichajes de última hora, poco rodados, impulsados por la urgencia, el egoísmo o la soberbia, no suelen dar buenos resultados. Me viene a la memoria la historia de Julio César Romero, conocido como Romerito, un futbolista paraguayo que el Barcelona fichó en diciembre de 1988, en el primer año de la Era Cruyff. Al día siguiente de su llegada, el Profeta del Gol le hizo debutar en el Camp Nou, ante el Real Madrid y dejando en el banquillo a Gary Lineker, nuestro mejor artillero de la época. El partido terminó con empate a cero y una patética actuación de Romerito, que falló tres goles cantados ante Buyo. Seis meses y siete encuentros después, con un triste gol en su haber, Romerito hacía las maletas. A los merengues la risa les duró bastante tiempo.

Elegir un candidato es tarea de gran responsabilidad, y más irreversible que el fichaje de un futbolista. Mis detractores dirán que nada tiene que ver el fútbol con la política. No se engañen. Buceando en la red descubro que Romerito ha sido concejal por el Partido Colorado y, además de cantar como el de Ubrique, no descarta presentarse a la Presidencia de Paraguay.

8 de noviembre de 2010

El baile de los apellidos

Con frecuencia uno se queda pasmado ante las iniciativas absurdas –y por ende superfluas- que las Administraciones nos endosan cada cierto tiempo. Inquieta, además, la cantidad de funcionarios o políticos ociosos que vegetan en el Ministerio de Justicia, y que deben dedicar su tiempo –y el dinero de todos- a imaginar reformas legislativas a cual más peregrina. La última ocurrencia de estos iluminados versa sobre los apellidos, y básicamente consiste en que, si hay desacuerdo entre el padre y la madre, o si no nada declaran, los apellidos del hijo se colocarán alfabéticamente. El sistema vigente parece correcto: los padres señalan el orden pero, si nada dicen, el primer apellido es el del padre, aunque el hijo, al alcanzar la mayoría, puede alterar el orden. Pero al parecer se trata de construcciones jurídicas de épocas pasadas, según ha apostillado orgulloso y feliz el Ministro del ramo, autor de esta proeza jurídica.

Ciertamente, si los padres no son capaces de ponerse de acuerdo sobre el orden de los apellidos, puede ser tremenda la que se organice cuando tengan que elegir la tapicería del sofá. No auguro mucho futuro a ese matrimonio. Pero este cambio normativo producirá una verdadera revolución en las relaciones personales. A partir de ahora, cuando los enamorados mediten sobre el decisivo paso de unir sus vidas para siempre, no sólo se preguntarán sobre las afinidades, los gustos comunes, la familia política y todos los elementos colaterales del matrimonio. Tendrán que fijarse, además, en sus apellidos. Me imagino la escena: te amo desesperadamente, princesa mía, pero como te apellidas Álvarez y yo Cañón, no puedo comprometerme. Si lo hago, mis apellidos se perderán en el tiempo, como lágrimas en la lluvia, que diría el replicante Roy Batty en Blade Runner.

Lo próximo que van a anular desde el Ministerio es el contrato de compraventa, otra construcción que procede del pasado, más o menos de las Doce Tablas del Derecho Romano. No obstante, algunos Ayuntamientos ya se han adelantado por la vía de los hechos, ya que compran y no pagan.

Algunos lectores pensarán que me he vuelto un ultraconservador y me he enrolado en el Tea Party. Pero no, mis motivos son otros. Me apellido Suárez, y por eso me discriminan.

31 de octubre de 2010

Facturas en la sombra

Lo de facturas en la sombra parece el título de una película o un tema musical, estilo ‘Extraños en la Noche’ del inolvidable Frank Sinatra-. Pero no, éste es el nombre de la novedosa iniciativa de la Junta de Andalucía. Con la facilidad con que se propagan las tonterías en la España de las Autonomías no me cabe duda de que pronto llegará a nuestro territorio. La idea consiste en que, cuando le realicen una intervención al paciente, la Administración le emite una factura que refleja el coste para el erario público. Así, unas cataratas salen a 1.300 euros y una resonancia a 100 euros. Pero se trata de una factura de broma, ya que el destinatario no tiene que pagarla. Simplemente para que se entere de lo generosa y desprendida que es la Administración y se sienta culpable por estar enfermo.

La primera objeción al sistema se centra en los cálculos para llegar a dicho coste. Alguno puede pensar que son unos pésimos gestores, cuando les salen las cataratas a un precio de cirugía maxilofacial. Pero es posible que en la factura se incluyen lo que podríamos llamar gastos generales: el salario del Consejero, la campaña de promoción, la pensión de Chaves, etc. Y todos sabemos además que, cuando se paga con dinero público, los precios suben. Por eso algunos Ayuntamientos han optado decididamente por no pagar, y así resulta una ganga. Son unos linces de la economía, vamos.

La segunda cuestión que planteo es la perversión intrínseca de esta estrategia publicitaria. Seamos serios, a mí la Consejería de turno no me regala nada, simplemente administra nuestros tributos y unos resultan más beneficiados que otros. Por eso aconsejo al ciudadano que, cuando le endosen la factura-broma, les hagan llegar las declaraciones de la renta de los últimos años, un resumen del IVA que ha soportado o lo que se ha gastado en las diversas tasas, cotizaciones y demás gravámenes que nos han ido acompañando a lo largo de nuestra existencia.

Es posible que el ejemplo se extienda. Llegará el día en que nos pasen una factura en la sombra por pasear por las calles o por disfrutar de una puesta de sol. Incluso el avispado político nos espetará algo así como ‘¿usted sabe lo que cuesta mantener todo esto? Además no tiene que pagarla, solo quiero que me vote’.

25 de octubre de 2010

El circuito

Hace unos días, el Director General de Energía y Minas anunciaba eufórico que la Junta de Castilla y León tenía la intención de hacer un circuito de entrenamiento de Fórmula 1 en el Bierzo, una inversión de 11 millones de euros con cargo a los fondos Miner. Uno, que sigue siendo un ingenuo a pesar de los años –o gracias a ellos- se pregunta cuánto dinero tendremos que gastar para darnos cuenta de que la lotería del Miner no ha servido para casi nada. Y ahora que, por desgracia, la minería del carbón se enfrenta a la última fase de su agonía, es inquietante y desalentador que no sepamos qué industria tiene capacidad para tomar el relevo. A las preclaras mentes que nos gobiernan sólo se les ocurre, para reindustrializar las cuencas, ideas tan peregrinas como sacarse de la chistera un circuito de Fórmula 1 o un canal de aguas bravas. Mañana nos sorprenderán con la brillante iniciativa de construir un parque acuático en Villablino. Con el clima que tenemos y nuestras fabulosas comunicaciones, puede ser la bomba.

La noticia ha sentado bastante mal, con toda la razón, en La Bañeza. En esta localidad existe una gran tradición motera y, desde hace más de 50 años, organizan carreras en circuito urbano, según recordaba José Luis Falagán, Presidente del Moto Club Bañezano. En La Bañeza llevan 30 años reivindicando un circuito permanente que no llega y, de repente, en un alarde de prestidigitación, la Junta se inventa otro circuito. Dentro de unos días nos dirán que, lógicamente, ambos proyectos son compatibles. Ésta debe ser la estrategia: cuatro aeropuertos en la Comunidad, dos circuitos en León, un Polígono en cada pueblo, y así hasta el infinito.
Parece lógico, y yo de motos sólo sé que tienen dos ruedas, que, si existe una iniciativa en marcha en La Bañeza, con gran respaldo popular y un decidido compromiso del Ayuntamiento, se agrupen esfuerzos en esa dirección y que, desde las Administraciones, se destinen recursos que vayan más allá de lo testimonial. Y, apunto, La Bañeza tiene a su favor dos indudables ventajas: una buena localización y un fácil acceso a las grandes vías de comunicación. Porque, la verdad, no me imagino a Fernando Alonso en la Plaza de Lazúrtegui preguntando a un uniformado desde su Ferrari: ¿Oiga, para Igüeña?

18 de octubre de 2010

Aeropuerto 2010

Corría el año 1977 y España se preparaba, entre la ilusión y la incertidumbre, para celebrar sus primeras elecciones democráticas -cuándo me pongo nostálgico me asemejo a Sofía, la de las Chicas de Oro- y el PSOE de León esperaba la llegada de Felipe González para cerrar la campaña con un mitin en la Plaza de Toros. Por inclemencias climatológicas el avión del entonces candidato no pudo aterrizar y, en un telegrama al auditorio, Felipe incidía en que era una vergüenza que una ciudad como León tuviera un aeropuerto tercermundista que se cerraba cuando caían cuatro gotas. Más de 30 años después, su sucesor en la Secretaría General del PSOE inauguraba, como Presidente, la nueva terminal del aeropuerto de León. Un pedazo de Aeropuerto, las cosas como son, pero al que le falta un pequeño detalle: no hay aviones.

No voy a repetir lo que he escuchado esta semana sobre si es mucho aeropuerto para tan poco avión y que caben todos los pasajeros de Castilla y León. Tampoco voy a reparar en el consumado arte del escaqueo entre las instancias políticas, que se pasan la papeleta una a otra. Sólo quiero fijarme en un punto que percibo ligeramente oscuro, y es si las Administraciones tienen que subvencionar a las aerolíneas o no.

Partiremos de dos premisas. La primera, que las compañías aéreas van donde obtienen beneficios, aspecto básico en la economía de mercado. La segunda, que en León somos muy pocos y es complicado atraer viajeros. Sobre todo cuando existen otros tres aeropuertos en la Comunidad y otro en Asturias. Luego la única fórmula de que existan vuelos es subvencionando parte del billete. Y me pregunto si resulta lógico financiar, con los impuestos de todos, los viajes de algunos. Quizás sería más razonable bajar los impuestos y que nos gastáramos nuestro dinero en vuelos o en cañas, según nuestro libre albedrío.

Pero esta idea choca con una de las constantes del político, que es decidir –ellos- en qué hay que gastarse el dinero –de todos-. No sé si porque nos ven como unos irresponsables o porque piensan que somos unos manirrotos, o si se creen más listos que nadie. Presiento alguna mente preclara que, desde su habitáculo administrativo, ya está diseñando dónde nos podremos ir en avión. Es que no se nos puede dejar solos.

11 de octubre de 2010

El turismo y sus interrogantes

Me encuentro lejos de León, disfrutando de unas inmerecidas vacaciones en el Sur de Gran Canaria, un enclave que es lo más parecido al paradigma del turismo. Aquí, hasta finales de los años 60, plantaban tomates para ganarse la vida, pero un día decidieron que, con ese clima que la Naturaleza les ha regalado, era más rentable dedicarse al turismo. La costa se empezó a llenar de complejos hoteleros, las playas de tumbonas y chiringuitos y los pueblos de restaurantes y de tiendas de recuerdos. Como en otra muchas zonas de España, pero aquí llevado al límite porque el turismo lo es todo, y nada parece tener sentido sin ese moderno Rey Midas.

Nadie niega que el turismo es un potente motor de la economía moderna, y así en León lo seguimos viendo como la gran esperanza blanca para engancharnos al tren de la modernidad, frente a la agonía de la minería, el olvido de la agricultura, el abandono de la ganadería y la inexistencia de una industria digna de este nombre. Pero el turismo no deja de plantear serios e inquietantes interrogantes, algunos de orden material y otros que lindan casi con lo metafísico.

La primera pregunta que uno se plantea es si no estamos creando otra burbuja, similar a la inmobiliaria. ¿Alguien ha pensado que pasaría si un día los visitantes dejaran de venir, atraídos por destinos que pueden ofrecer lo mismo que España a precios más ventajosos? Parece claro que no tenemos un plan B y vivimos en la ilusión de que todo durará para siempre, de la misma forma que pensamos que podíamos estar colocando ladrillos hasta el infinito y más allá.

Y la segunda cuestión afecta a nuestras propias señas de identidad. Me temo que el turismo no sólo modifica la fisonomía de nuestra costas sino también nuestra misma naturaleza. Aquí, en el Sur de Gran Canaria, donde las cartas de los restaurantes se escriben en alemán, uno duda si se encuentra en España o en Baviera, salvo por ese pequeño detalle llamado Sol. Quizás, en unas décadas, los españoles acabaremos como los guanches, los aborígenes de estas islas, convertidos en un elemento decorativo para vender suvenirs. O puede que a algún listo se le ocurra montar un Parque Temático –Spanienland o algo semejante- para recreo y diversión de los bárbaros del Norte.

La huelga de Gila

Esta conversación es tan imaginaria como verosímil y sucede el día 29 de septiembre: ¿Oiga, es el empresario?, preguntan al otro lado del teléfono. Sí, aquí es, le responden. Verá, expone el interlocutor, somos el piquete, que estamos tomando un café pero vamos a ir para allá. Es para que bajen la trapa un momento, nos hacemos unas fotos y nos vamos. ¿No habrá problema? No, hombre, -le contestan- pero aprovechen para comprar algo, que tenemos el pollo a muy buen precio. Bueno, otro día- se despide el piquetero-, que hoy tenemos mucho trabajo.

Casi todos, excepto los convocantes, coinciden en que la huelga general ha sido un paro de baja intensidad, y ni siquiera UGT y Comisiones confían en que el Gobierno rectifique su política. Hay temas diversos para el debate, si los sindicatos han quedo debilitados, si la huelga general es un mecanismo correcto de presión social, si son necesarios los piquetes en la sociedad del conocimiento, etc. Pero resumiría diciendo que la huelga ha sido un ‘puro teatro, estudiado simulacro’, como cantaba la Lupe con su desgarrada voz. A los organizadores les preocupa más que el Corte Inglés cierre unos minutos de forma simbólica (y que Laura Pastoriza, con su demostrado talento, lo saque muy bonito en leonoticias) que el seguimiento real del paro. Es como la huelga de Gila, vamos.

Otro aspecto curioso es que, para los sindicatos, el malo de la película no es el Gobierno, sino los mercados financieros, que dominan a Zapatero y se apoderan de su voluntad, forzándole a tomar decisiones que no quiere. No sé si Méndez y Toxo se imaginan a unos tipos gordos con chistera fumándose unos habanos mientras cavilan de qué artera manera pueden recortar sus derechos a los españoles, pero esa visión es surrealista. Los mercados no son las huestes de Darth Vader, sino los que prestan el dinero con el que España cubre su déficit, y quieren algunas garantías. Por ejemplo, que no haya más parados que trabajadores, porque entonces lo van a tener crudo para cobrar. Asunto distinto es que la reforma solucione algo; sé que me repito, pero el fondo del problema no es el precio del despido sino el coste del empleo.

Y en León, ha quedado demostrado, nos preocupa mucho más el futuro de la minería que la reforma laboral.

26 de septiembre de 2010

El huelgón

No sé si podré dedicar mucho tiempo a esta columna porque estoy negociando con mi suegra los servicios mínimos y las posiciones de las partes parecen inamovibles. La cuestión surge porque un iluminado proclamó, hace unos días, que los abuelos tenían que negarse a cuidar a los nietos el 29-S, y me ha estallado un conflicto colectivo de consecuencias imprevisibles. No me explico cómo España, con lo ocurrentes que somos, sigue a la cola de Europa en innovación. Será que utilizamos nuestro indudable talento de forma errática.

El disparate de la ‘huelga de abuelos’ demuestra que lo que pretenden los sindicatos es hacer una demostración de fuerza y paralizar el país. No me parece mal, y vaya por delante que estamos ante un derecho fundamental. Pero, siendo serios, todos sabemos que el éxito de la huelga dependerá de la actuación de los ‘piquetes informativos’ (brillante eufemismo, qué duda cabe) y de la mayor o menor complacencia del Gobierno. Es decir, del esfuerzo que haga para garantizar otro derecho fundamental, el de aquéllos que quieren trabajar. Me da la impresión que vivimos un cierto teatro: los Sindicatos quieren cubrir el expediente y Zapatero tenerlos más o menos calmados.

A mucha gente, además, los motivos de la huelga ni le afectan. A un parado, que se rebaje el coste del despido a 33 días le importa un bledo, lo que quiere es trabajar y tener un salario digno. Y más quisiera el autónomo, a quien el piquete ‘informa y asesora’ para que su comercio o su bar se sumen a la huelga, que le indemnizaran cuando las pérdidas le fuerzan a cerrar el negocio.

Porque la huelga, en definitiva, lo único que hace es empobrecer aún más el país. En la formulación marxista la huelga no sólo es un instrumento de lucha, sino un medio de recobrar la plusvalía, el sobrevalor que genera el trabajo y que acumula el capitalista. Pero, en un panorama de empresas en pérdidas y sectores improductivos, no veo muchas plusvalías que rescatar.

Termino ya porque mi suegra me acaba de enviar un burofax con la última oferta: el transporte de los niños al cole se incluye en los servicios mínimos, pero que me busque la vida para llevar a mi hijo Andrés al oftalmólogo. Sólo me falta ver a Paco, mi suegro, en un piquete. La tensión se masca en el ambiente.

19 de septiembre de 2010

¿Dónde está Indiana?

Uno de mis héroes favoritos, en tiempos pretéritos, era Indiana Jones. Y no sólo porque sus películas nos recordaban al cine de siempre, sino porque Harrison Ford era un aventurero con sentido del humor y con inquietudes culturales. Indiana no se enfrentaba a los villanos para defender el mundo libre como hacía James Bond, sino para rescatar tesoros arqueológicos y que pudieran exhibirse en los Museos. Recuerdo que, en la tercera entrega de la saga, uno de los villanos le comenta ácidamente que el que tenía que estar en un Museo era Indiana, pero todos sabemos que los malos del cine son más ocurrentes que los del mundo real.

Indiana y yo nos hemos hecho mayores, cada uno a su manera. Él se casó con Ally McBeal y yo con una chica de la Montaña Oriental; él se ha puesto pendiente y yo un tatuaje con el nombre de mis hijos. Pero, desde que me enteré que Fomento quiere sepultar parte de las ruinas de Lancia para hacer la Autovía a Valladolid espero ansioso su regreso para que ponga a Pepiño el Terrible en su sitio.

Ni yo, ni los más de ocho mil internautas que desde Internet apoyan que se respete Lancia, estamos en contra del progreso. Pero las carreteras no deben hacerse a costa de destruir nuestra historia. El yacimiento, declarado Bien de Interés Cultural hace más de diez años, vive en el más absoluto de los olvidos, pero los datos indican que estamos ante restos de gran valor arqueológico, una antigua ciudad romana que llegó a tener más de treinta mil habitantes. Sin embargo, a ninguna Administración le ha parecido una prioridad ocuparse de ella. Lo terrible de todo es que, si se ejecuta la Autovía como está proyectada, una parte de nuestro pasado quedará, de forma irreversible, enterrado para siempre.

Uno se hace preguntas. Por qué se eligió ese trazado para la A-60, por qué nunca se ha dedicado tiempo y dinero a investigar las ruinas, por qué a nuestros representantes todo esto les importa un comino. No se percatan que, incluso desde un punto de vista económico, estamos ante un recurso turístico excepcional. Con bastante menos en cualquier parte del mundo te montan un Parque Temático.

Pero, desgraciadamente, la Historia -y Lancia es parte de nuestra Historia- no vota en las elecciones. Mi única esperanza es Indiana.

12 de septiembre de 2010

Candidatos

En el Bierzo, que en ocasiones son más adelantados, o visionarios, que en León, han decidido que el candidato del PSOE a la Alcaldía de Ponferrada sea un arquitecto, Samuel Folgueral que, entre otros méritos y características, tiene el de no ser afiliado al partido. Probablemente lo que se busca con un independiente es alguien que aporte una experiencia, una visión distinta –más cercana a la realidad- o un conocimiento del que puede carecer el político profesional, aclimatado únicamente a subsistir en ese extraño ecosistema que son las estructuras de los partidos políticos. Pero endosar a alguien, que no deja de ser un extraño, la responsabilidad de encabezar una lista electoral puede ser una estrategia cercana al despropósito. Es como si, a la hora de lanzar un penalty, el entrenador prescindiera de sus delanteros y encomendara a un simple aficionado que contempla el partido la delicada tarea de ejecutar la pena máxima. Una cuestión es que los políticos se percaten de que los ciudadanos no confiamos en ellos y otra que ni siquiera ellos se fíen de los de su propia especie.

Pero esos extraños movimientos no sólo suceden al otro lado del Manzanal sino que en León, al parecer, el Partido Popular anda buscando desesperadamente el candidato de oro que pueda aglutinar sus huestes de cara a los comicios municipales del año 2011. Ayer mismo Nuria Alonso preguntaba lúcidamente en estas páginas si es que no existían afiliados en el PP que pudieran asumir ese papel. Pero a nadie se le escapa que el mejor candidato que pueden presentar, y el de mayores posibilidades de éxito, tiene nombre y apellido y se llama Cecilio Vallejo. Alguien que despierta simpatías (es decir, votos) incluso en ciudadanos ideológicamente alejados del PP, la tierra de nadie donde se ganan las elecciones.

Otra historia distinta es que, con tal de excluir de la carrera electoral a Vallejo la cúpula del PP -esto es una metáfora- sea capaz de resucitar a Kennedy. Pero los experimentos pueden tener resultados insospechados y, con frecuencia, peligrosos. Aconsejo la lectura del Frankenstein de Mary Shelley. Y, como interpela el Monstruo, Robert de Niro, al Doctor Frankenstein en la película de Kenneth Brannagh: ‘¿meditaste alguna vez sobre las consecuencias de tu acción?

6 de septiembre de 2010

Un tranvía con vida propia

El otro día leía, entre el estupor y el asombro, que las Juventudes Socialistas de León iniciaban una campaña para convencer al pueblo soberano de las ventajas del tranvía. Y digo esto porque, en mi profunda ingenuidad, barruntaba yo que las preocupaciones de los jóvenes socialistas iban más por el paro, la precariedad en el empleo o la maldición del mileurismo. Pero no, parece que el tranvía de León, a modo de bálsamo de Fierabrás, es capaz de curar todos nuestros males. Y algunos, parece, están perdiendo los papeles. Así, un frente común de asociaciones de vecinos denuncia una conspiración de la Junta para hacer fracasar el proyecto-estrella, o estrellado, de Paco-tranvías. Pero, sinceramente, no me imagino al Delegado Territorial tomándose una Coca-Cola mientras medita como torpedear ese invento de la posmodernidad.

Se me ocurre la hipótesis de que el tranvía, por algún hechizo misterioso, ha tomado vida propia y consigue apoderarse de las voluntades de los ciudadanos y alterar sus comportamientos. Es decir, como las espadas legendarias que aparecen en las Memorias de Idhún, el libro de Laura Gallego que estoy leyendo por recomendación de mi hija Julia.

Y hay un tema de importancia que conviene precisar. Los defensores del tranvía pregonan que, si no se ejecuta, perdemos los fondos con los que contribuye el Gobierno. Pero el argumento es falso: si el Gobierno aporta 70 y los leoneses el resto hasta 150, nos sigue costando dinero algo que no necesitamos, y eso con independencia de que hay que sufragar el mantenimiento y arrasar Santo Domingo. Es lo que se conoce como la teoría de la subvención de lo inútil o la rebaja del producto superfluo. Como me pagan la mitad de algo lo compro, aunque no lo necesite. Es como si me voy a las rebajas y me endosan un aparato para cazar leones en Las Médulas, aunque en Las Médulas no haya leones pero, claro, estaba a mitad de precio y no podía dejar pasar esta oportunidad de adquirir el artefacto.

Me temo que lo próximo que nos dirán desde el Ayuntamiento es que Herrera se ha aliado con Ashram el Nigromante (uno de los villanos de Memorias de Idhún) para dinamitar el Titanic ese de la Azucarera conocido como Palacio de Congresos. Es que son muy malos, y nos tienen envidia.

30 de agosto de 2010

El arte del regate

Ahora que se aproxima la Liga me percato de las grandes similitudes que existen entre el fútbol y la política. No sólo por lo incierto del resultado o por el juego subterráneo que se desarrolla en las áreas, sino porque, en ambos espectáculos, se aplica la técnica del regate. De hecho, las ‘reprogramaciones’ de José Blanco, Pepiño el Terrible para la posteridad, no tienen nada que envidiar a las bicicletas de Ronaldo o a los gambeteos de Messi.

Allá por el mes de mayo el Ministro anunciaba un recorte brutal de 6.400 millones de euros en el Plan de Infraestructuras y, según avanzaban las semanas, se iban suspendiendo licitaciones y paralizando obras. En el futuro nos encontraremos con trozos de carreteras cuya ejecución quedó detenida en el tiempo, invadidas por la vegetación en medio de ninguna parte. Quizás reparemos en alguna excavadora abandonada, como resto arqueológico de los tiempos del cemento. Más o menos como Macondo, el lugar novelado por García Márquez, ‘arrasado por el viento y borrado de cualquier memoria humana’. Para que luego digan que la Naturaleza no imita al Arte.

Pero entonces llega este habilidoso delantero que es Blanco y, con un autopase, rescata primero 500 millones y luego, colándose por la banda, consigue otros 200 y –qué buen rollo- entre las obras indultadas (como los toros), se encuentran el acceso Sur a León y la León-Valladolid, conocida como Autovía del Escorial porque llevará tantos años hacerla como el unifamiliar que construyó Felipe II.

En toda esta historia se echa en falta algo de rigor. O las obras son necesarias, y entonces hay que hacerlas aunque nos endeudemos, o no lo son, y entonces me pregunto por qué a alguien se le ocurrió la idea, como no sea para salir en las fotos o satisfacer el voraz apetito de las constructoras. Habrá que marcar prioridades, y a nadie se le escapa que la llegada de la Alta Velocidad es más importante que la reapertura del Ferrocarril ‘Ruta de la Plata’. Pero cunde la sensación de que muchas infraestructuras, imprescindibles para vertebrar el territorio en Castilla y León, quedarán en el olvido. Porque aquí, como no regalamos anchoas ni somos llave para aprobar los Presupuestos, pintamos poco. Me siento como si José Blanco me hubiera hecho un caño.

25 de agosto de 2010

¿Hacienda somos todos?

Alguien dijo, o si no invento yo la frase para que se me cite en lo futuro, que tener prensa libre y pagar impuestos define las democracias modernas. Lo de la prensa libre en España puede decirse que existe, e incluso un sujeto como yo se atreve a escribir todos los sábados, pero lo de pagar impuestos no lo tengo tan claro. Ciertamente se pagan tributos, pero no pagan todos los que deberían.

Pepiño el Terrible vuelve a las andadas y, transfigurado en el gurú del nuevo modelo sostenible, pregona que hay que subir los impuestos para tener servicios de primera. La primera objeción a ese planteamiento es sencilla: lo que hay que atacar es el capítulo de gastos, que galopa cual caballo desbocado. Se me ocurre también imponer el copago en algunos servicios, no solo para recaudar algo, sino con fines de disuasión. Hay gente que vive en las salas de espera de los ambulatorios, donde no hace frío y es fácil entablar conversación.

Desde Gestha, el sindicato de técnicos del Ministerio de Hacienda, se ha respondido certeramente a Blanco, y se insiste en que, antes de subir impuestos, debe combatirse la economía sumergida, que es una forma fina de llamar al fraude fiscal. No hay que aumentar la presión, hay que extenderla, para que la soportemos entre todos. Recuerdo que el año pasado Gestha publicaba un informe demoledor: la economía sumergida representa el 23 por ciento del PIB, y subiendo. No es que estemos mal en términos de conciencia fiscal, es que vamos a peor.

Un problema de fondo es que, en España, el fraude fiscal, además de anclar sus raíces en la picaresca, no está mal visto socialmente. Pero no nos engañemos: cuando un tipo no me cobra el IVA no me hace ningún favor, sino todo lo contrario, ya que mi esfuerzo fiscal sube a medida que el suyo se acerca a cero. Y él disfruta de las mismas carreteras que yo. El defraudador debe ser visto como un delincuente, no como un listo o como un nuevo Robin Hood. Por cierto, yo creo que el arquero de Sherwood no robaba a los ricos para dárselo a los pobres, sino para impresionar a Lady Marian. Y no pagaba impuestos porque, como era un proscrito, no iba a la sanidad pública a curarse las heridas sufridas en sus combates con los esbirros del Príncipe Juan. Un tipo coherente.

Regreso al blog

Tras un cierto paréntesis regreso al blog. Éste es un típico deseo de principio de curso (siempre me he sentido un eterno estudiante) que espero encuentre continuidad en el tiempo. Así pues, colgaré mis sabatinas columnas de "El Mundo de León" y todo aquello que se me ocurra. Bienvenidos.

7 de junio de 2010

La pirámide de Fernández

El chiste del gran Rodera lo resumía perfectamente el sábado pasado en estas páginas. Les refresco la memoria. En la viñeta aparece el Alcalde Francisco Fernández y le pregunta a un egipcio si cree que es el momento oportuno para edificar una gigantesca pirámide. El sujeto responde que recortando de aquí y de allá hasta sobre dinero, y que lo demanda la ciudadanía. El Alcalde concluye: ‘pues nada, haga, haga’. El tranvía viene a ser la pirámide del Faraón Fernández y su equipo de gobierno, dispuestos a transformar la faz de la ciudad y dejar su impronta para las generaciones futuras a cualquier precio. El Virrey Chamorro quiere desmarcarse del proyecto, pero a su manera. Proclama muy atinadamente que éste no es buen momento, pero tampoco hace nada para detener esta locura

Hay argumentos que no dejan de sorprenderme. Uno es que, si prescindimos del tranvía, perdemos los 70 millones de euros que aporta FEVE. Pero nadie me ha dicho quién va a pagar el resto, hasta los 150, que cuesta la broma. Y qué sucede con el mantenimiento. Ahí surge otro postulado mágico desde el Ayuntamiento, y es que el tranvía en León es viable, aunque sea deficitario. Con esa tesis también es viable construir una Pirámide en Santo Domingo o el Coloso de Rodas en medio del río Bernesga. Y entonces sí que seríamos la envidia del orbe entero.

A mí me siguen sin salir los números. El Alcalde y su séquito acudieron a Vitoria para enterarse de cómo funciona allí el tranvía. Les podían informar por correo electrónico pero ellos, supongo, valoran el contacto humano. Y les dijeron que en Vitoria, con 235.661 habitantes, lo utilizan 4 millones y medio de viajeros al año. Pues aquí calculamos 9 millones, y sólo somos 127.621 habitantes. Tienen un serio problema con las matemáticas. Sin olvidar que el término municipal de Vitoria es siete veces más extenso que el de León.

El tranvía arrasará la Plaza de Santo Domingo, que se remodelará por el módico precio de 4,6 millones de euros. ¿Quien dijo crisis? Menos mal que la Catedral no queda en la ruta del juguete porque se la llevaría por delante. ¿Para qué queremos gótico teniendo tranvía? Que en tiempos de ajuste la opción elegida sea el tranvía más que una irresponsabilidad política me parece un delirio.

3 de marzo de 2010

El referéndum

Los días pasan deprisa y casi nos hemos olvidado, pero el domingo pasado los ciudadanos de Arenys de Munt fueron convocados a una especie extraña de referéndum para que dijeran si querían la autodeterminación. Digo una especia de referéndum porque en nuestro país, que sigue siendo España aunque muchos se empeñen en lo contrario, las consultas populares están reguladas por Ley y son de competencia exclusiva del Estado.
Pero el experimento arroja interesantes conclusiones. Ciertamente el resultado fue abrumador a favor de la autodeterminación pero la participación se situó en un raquítico 41 por ciento del presunto censo. Es decir, a más de la mitad de la población les importa un comino, que diría Clark Gable, el rollo ese de la soberanía de Cataluña con el que nos marean un día sí y otro también. Y un ciudadano comentaba en televisión que había votado que sí porque la consulta no iba en serio, que en otro caso no sabría cuál habría sido el sentido de su voto. Acabáramos: no sabían como entretenerse el domingo y entre un concurso de sardanas o un referéndum para independizarse les parecía esto último mucho más llamativo.
Y la pasada semana los políticos del tripartito catalán manifestaban su indignación porque, con ocasión de la ofrenda floral de la Diada, un grupo de ciudadanos les habían abucheado al grito de ‘más trabajo y menos Estatut’. Los nacionalistas de vía estrecha, como muchos de nuestros políticos, no sólo no se preocupan de los asuntos que realmente interesan a los ciudadanos, como pueden ser el desempleo (la falta del mismo en realidad) o los impuestos, sino que incluso les parece mal que sus votantes les demanden soluciones a los graves problemas que padecen. Y en León, en otra escala, nos encontramos con el mismo escenario: se diría que al Ayuntamiento le parece más importante, por ejemplo, fomentar el uso del lliunés que pagar a la empresa que limpia las calles de la ciudad.
Un pequeño detalle volviendo al esperpento de Arenys. Nuestra Constitución ni recoge ni permite este supuesto derecho de autodeterminación ni mucho menos la independencia de Cataluña. Así que hacer una consulta de ese tipo me parece tan banal como promover un referéndum para abolir la ley de la gravedad o la segunda ley de la termodinámica.

19 de septiembre de 2009

Romería en Rodiezmo

Como es costumbre desde que en España gobierna Zapatero el curso político se abre en Rodiezmo el primer domingo de septiembre. Y así como en Méjico tienen a los mariachis para animar cualquier boda que se precie, aquí están los políticos como atracción estelar de la romería. En teoría se trata de una fiesta minera organizada por UGT, pero suele ser una buena ocasión para que nuestro Presidente nos sorprenda con alguna de sus legendarias ocurrencias.

Este año se esperaba con cierta ansiedad la intervención de Zapatero, confiando en que arrojara alguna luz sobre el negro futuro del carbón, que se apila en la provincia mientras las centrales adquieren mineral de importación o compran gas argelino. Pero la polémica de la semana ha venido por la imagen de los socialistas entonando La Internacional con el puño en alto. Una vez más, la anécdota se impone a la sustancia.

A mí particularmente me resultaba tan anacrónico como enternecedor ver a Leire Pajín y a Bibiana Aído en su papel de jovencitas que juegan a hacer la revolución. Me recuerdan vagamente al Pijoaparte, el protagonista de ‘Última Tardes con Teresa’, ese chico ambicioso que se hace pasar por activista de izquierdas para seducir a la niña bien que va de contestataria. Queda un poco fuerte verlas cantar aquello de ‘arriba los pobres del mundo, en pies los esclavos sin pan’, como si fueran mileuristas, pero cada uno busca la felicidad a su manera. Pero sí es descorazonador que el Gobierno piense que ser socialista consiste, hoy en día, en subir impuestos para pagar subsidios. Lo que quieren los parados son empleos, no subsidios, y precisamente desde la izquierda siempre se ha reivindicado la importancia del trabajo. Pero estamos abocados a una sociedad en la que el horizonte vital de muchos se limita a recibir prestaciones de la ubre del Estado.


El Gobierno anuncia subidas fiscales para mantener la protección social hasta que llegue la recuperación económica. Dicen que ven la luz al final del túnel, aunque me temo que son los focos de un automóvil que avanza hacia nosotros en dirección contraria. En el fondo la presión fiscal sólo se justifica por la legitimidad del gasto. La frase no es mía, se la escuché a José Borrell cuando era Secretario de Estado de Hacienda.

12 de septiembre de 2009

El Sur también existe

Tal día como hoy me encuentro de vacaciones en Conil de la Frontera, provincia de Cádiz, descubriendo, como en el hermoso verso de Benedetti, que el Sur también existe. Cuando uno viaja se percata de la poca trascendencia de las guerras intestinas (o intestinales) en las que consumimos el tiempo y las energías los leoneses, sea sobre la privatización del agua, la promoción turística o la ubicación del Rastro.

Cádiz es la provincia con la tasa de desempleo más alta de España pero aquí se toman las cosas de otra forma. Será el carácter, el calor o el levante, pero todo transcurre con menos bulla (que en gaditano quiere decir prisa) y mejor rollo que en tierras leonesas. Y, con razón o sin ella, no echan la culpa de la situación a nadie, mientras que en León, alimentados por un victimismo provinciano, siempre tenemos un responsable, que es Valladolid. Somos el eterno cabreado, dominados por el síndrome del enanito gruñón.

La realidad me persigue y leo en Internet unas fabulosas declaraciones de Abel Pardo, concejal de la UPL y vicepresidente del Consorcio del Aeropuerto. El leonesista afirma que León tendrá vuelos internacionales si la Junta no dinamita el proyecto. El tipo debe pensar que, cada vez que se reúne el Consejo de Gobierno de la Junta, Juan Vicente va preguntando uno a uno qué han pensado esa semana para fastidiar a los de León. Y cuando llega a Silván el Consejero sonríe y responde que va a quitarle los vuelos que Pardo negocia al más alto nivel. Seamos serios, las compañías aéreas no son las ratas de Hamelin, son empresas privadas, y como tales van donde tienen una buena oportunidad de negocio. Y lo importante serán los vuelos, no quien los traiga.

Pardo debería preocuparse, creo, de pagar a la concesionaria que recoge las basuras del Polígono de Onzonilla, ya que también preside el Consorcio que lo gestiona (en León das una patada y te sale un Consorcio). Se dice que los de Pucela nos quieren quitar las empresas, pero a mí me parece un milagro que alguna permanezca en León, exprimidas a tributos mientras que no les recogen la basura. Debemos ponernos las pilas, y nuestros políticos los primeros. En otro caso, y como dice mi hijo Andrés, que aprende gaditano a marchas forzadas, “quillo, vamos pa’ bajo”.

5 de septiembre de 2009

El turismo es un gran invento

Lo decía Paco Martínez Soria, y la realidad confirma el augurio de ese incono de la astracanada. Muchos lo ven como la gran esperanza, imagino que los mismos que gritaban felices cuando el ladrillo tiraba cual caballo desbocado de nuestra economía. El turismo y la construcción son dos actividades peculiares. En principio producen bienes que no se pueden exportar. Si así fuera, más de uno enviaba en un contenedor al Lejano Oriente alguna de esas promociones que languidecen en La Lastra. Generan, además, importantes beneficios, ríos de dinero en los que participan los Ayuntamientos, el Estado, la SGAE, etc., y que engrasan todo el sistema. Y aquí nadie se acuerda de la industria, o de la agricultura, hasta que estalla la burbuja y los turistas eligen destinos más económicos.

En León, cada vez que salen las cifras del turismo, el PP y PSOE retornan a las trincheras. Mi compañero de columna, Agustín Flórez, les dedicaba el lunes su particular pase de garlopa y achacaba los malos datos a la guerra abierta entre la Diputación y el Ayuntamiento de León, tras abandonar éste el Patronato de Turismo y promover la constitución de una Sociedad Mixta. Concedemos demasiada importancia a las decisiones políticas, que en la mayor parte de los casos poco pueden hacer contra el devenir de los acontecimientos. Me parece una buena idea la creación de la Sociedad Mixta (existen casos de éxito en otros lugares), y no es incompatible con el Patronato, pero es difícil ir contra el viento de la Historia, y soplan malos vientos para el turismo.

Ahora queremos captar al turista de congresos, especie protegida que se gasta una pasta cuando llega al destino. Como en ‘Bienvenido Mr. Marshall’ queremos fingir lo que no somos para encandilar a los extranjeros. Pero mucho más importante que la promoción es cuidar el producto, o sea, la ciudad. Una de las pasarelas del Bernesga lleva fuera de servicio desde las elecciones municipales de 2.003. ¿Se imaginan que eso pasara en París, en alguno de los Puentes que cruzan el Sena, digamos el Pont des Arts? Porque el turista, aunque muchos se empeñen en verlo como un objeto de deseo (financiero), sigue siendo un ser humano que se enamora por los detalles. Tanto de las personas como de las ciudades.

29 de agosto de 2.009

Adictos a la alcachofa

En España se están poniendo de moda las ruedas de prensa sin preguntas. Es decir, llega un político, suelta el rollo que le han preparado y hasta mañana. Desde la profesión se sostiene, con razón, que estas comparecencias son una estafa al público y un modo de censura. Ciertamente, desde los tiempos de Sócrates, la búsqueda de la verdad siempre ha exigido plantear interrogantes.

En León, sin embargo, somos unos visionarios y hace tiempo que patentamos lo que podría llamarse la Rueda de Prensa Intrascendente. Me deja anonadado la facilidad que tenemos para montar una rueda de prensa. Que el Ayuntamiento va a arreglar un parque, pues convocatoria de medios. Que la Diputación ha comprado dos quitanieves, otra para presentarlos en sociedad. Acontecimientos, todos, de trascendencia planetaria. Lo hacen todas las instituciones y partidos y así tenemos a los periodistas que van haciendo la ronda, como si fueran de cañas, solo que escuchar a nuestros dirigentes resulta algo más aburrido.

No sé quién es el responsable. No desde luego el periodista, que va donde le convocan y bastante tiene con poder estacionar en esta ciudad donde según avanzan las obras del Plan E se evaporan las plazas de aparcamiento. Algunos piensan que la culpa es de los Gabinetes de Comunicación que se han creído aquella tontería que decía MacLuhan de que el medio es el mensaje. Pero me inclino a pensar que todo reside en la configuración genética de nuestros políticos, que se pierden por un micrófono. Es decir, son adictos a la alcachofa, vampiros que necesitan la rueda de prensa para sobrevivir. En el fondo, viven tan alejados de la realidad que no se creen lo que hacen hasta que no lo cuentan delante de los medios.

Lo mejor de todo es cuando el convocante de la rueda de prensa se extraña de que nadie le pida ninguna aclaratoria sobre los trascendentales temas allí tratados. ¿Qué quieren que les pregunten? ¿Van a pintar los bancos en tonos fucsia o cuánto consumen los quitanieves? Porque si al aguerrido reportero se le ocurre preguntar sobre los asuntos que realmente preocupan a la ciudadanía (la subida del IBI o las oposiciones de la Dipu, por ejemplo) el interpelado responde que hoy no toca, que han venido a hablar de su libro, como decía Umbral.

22-08-2009


Las Directrices

El sábado pasado disfrutaba yo de un inmerecido descanso en Valdoré y pensaba bajar a Cistierna por dos razones. La primera para ver la ‘manifa’ contra las Directrices de Ordenación del Territorio y enterarme de qué va la cosa. La segunda, para que mi hijo Andrés se cortara el pelo. Como finalmente no teníamos hora en la ‘pelu’ (celebro el dinamismo del sector) no pude acercarme pero he investigado esta semana y alguna luz se ilumina en un recóndito lugar de mi cerebro.

Los sabios de la Junta se inventan algo llamado Montaña Cantábrica Central, que va de Guardo a La Robla. No parece lógico dar un tratamiento uniforme a dos zonas tan distintas como son la Montaña Oriental leonesa (muy despoblada, donde el 40 por ciento de su población tiene más de 60 años y la renta es el 65 por ciento de la media comunitaria) y la Montaña palentina, mucho más habitada, con una población mayor de 60 años de sólo un 28 por ciento y una renta que alcanza el 90 por ciento de la media de la Unión.

Como telón de fondo se encuentra el futuro de la Estación de San Glorio, gran esperanza blanca –nunca mejor dicho- de la Montaña Oriental, comarca que tiene el 80 por ciento de la superficie esquiable. Pero el asunto de las DOT es más grave, pues parte de diseñar unos ‘centros urbanos de referencia’ para la dotación de equipamientos y la prestación de servicios públicos. Y estos centros urbanos tienen que tener una población superior a los 5.000 habitantes, requisito que, casualmente, sólo cumplen Guardo y Aguilar de Campoo.

Si el Estado de las Autonomías fue un invento administrativo, con probada ineficiencia en tiempos de crisis, surge ahora una división subregional que va camino de ser otro engendro. Castilla y León me recuerda vagamente al Imperio Austrohúngaro, donde alguien gobernaba desde la capital sin enterarse de lo que pasaba en los confines de un Imperio muy diverso, con fronteras tan caprichosas como el vestuario de Sissi Emperatriz.

Volviendo a San Glorio se echa de menos el impulso político que, en la anterior legislatura, se hacía desde Diputación. Creo que los proyectos son buenos o malos en sí mismos, con independencia de la persona que los inicie, y las grandes iniciativas rara vez se agotan en un mandato. Pero ésta es otra historia.

15-agosto-2009