15 de octubre de 2007

El día de todos los españoles



La casualidad ha querido que mi tribuna quincenal vea la luz en una fecha tan señalada como es el día 12 de octubre, elevada desde 1.978 a la categoría de Fiesta Nacional de España. En estos tiempos revueltos asistimos, desde diversos frentes, a un ataque que pretende socavar la esencia del sistema político que se abrió para todos con la Constitución del 78, y aquí podemos incluir el frenesí estatutario, las consultas populares del vulcaniano Ibarretxe o la quema de las imágenes de los Reyes de España.

Esta coincidencia cronológica me permite obviar los acontecimientos locales de los últimos días que merecerían sin duda mi atención. Así, la retirada de Joaquín Otero de la Secretaría General de la UPL, abandonando el timón de un barco que prosigue su firme rumbo hacia ninguna parte. O el traspaso del otrora candidato y antes Alcalde, Mario Amilivia, que abandona las canchas municipales para alcanzar los lujosos salones del Consejo Consultivo de Castilla y León.

El problema de unos individuos quemando fotos de Su Majestad no tiene nada que ver con la libertad de expresión sino con el respeto a unas instituciones que los españoles, al aprobar la Constitución en 1.978, refrendamos como propias. Me preocupa también que, si pudieran, los incendiarios quemarían no sólo al Rey, sino también a todos los que no pensamos como ellos. Tampoco creo que tenga que penarse con la cárcel (no van a ir de todas formas, aventuro) pero me agradaría verles fregando algún edificio público estilo Naomi Campbell.

No quiero entrar en una dialéctica Monarquía-República, aunque particularmente pienso que un sistema republicano parece exigir un componente presidencialista (el caso de Francia) si se quiere que ese Presidente sea algo más que una figura decorativa renovada cada 4 años (¿quién es el Presidente de Alemania?). Pero nadie niega que la Monarquía ha prestado un inestimable servicio a España y a la concordia entre los españoles y ha garantizado un largo período de estabilidad política y de prosperidad económica. Existe otra razón que quiero exponer: las naciones necesitamos algo que nos unifique, que nos de un concepto más amplio, que nos indique que somos algo más que polvo en el viento. Porque el Estado de los reinos de taifas que quiere evaporar la idea de España nos acabará convirtiendo en una simple comunidad de propietarios recelosos del vecino y preocupados sólo de sus pequeñas miserias.
No me parece mala idea la propuesta por Mariano Rajoy de convertir la Fiesta Nacional en el día del “orgullo de ser españoles”. Lo bueno de la democracia es que cualquiera, incluso Rajoy, puede tener una buena idea. Como eso que dicen de que en Estados Unidos cualquiera puede llegar a ser Presidente, y su actual mandatario es una buena prueba de ello. El concepto de Patria o Nación, o la Bandera y el Himno, no son patrimonio exclusivo de la derecha, aunque cierta derecha se haya apropiado de ellos en el pasado. Incluso, por tradición histórica, la izquierda siempre ha creído en una concepción jacobina de la Nación y ha perseguido un Estado fuerte y solidario, en la creencia de poder garantizar así los derechos y las oportunidades de todos.

Parece paradójico que, a pesar de tanta Ley de la Memoria Histórica, nos estamos olvidando de nuestra Constitución, que no deja de ser histórica aunque sea muy actual. Rebuscamos tanto en el pasado que no nos preocupamos del futuro. Insistimos tanto en nuestras diferencias, en nuestras peculiaridades, que nunca nos percatamos de todo aquello que nos une. Los símbolos no son simplemente parte del decorado y, cuando unos tipos queman fotos de Su Majestad, están atacando el fundamento de nuestra Nación. Frente a ese anhelo disgregador creo, y apuesto que no soy el único, que debemos caminar en la dirección contraria, aglutinar esfuerzos y aunar voluntades en ese proyecto común que, sin olvidar la Historia, nació un 6 de diciembre de 1.978 cuando los españoles aprobamos la Constitución. Una Constitución que, le pese a quien le pese, sólo la podemos cambiar todos los españoles y no los extraños caprichos de una secta de iluminados.

Cuentan las crónicas que hace 515 años, un 12 de octubre, un marinero español llamado Rodrigo de Triana gritó Tierra y descubrió América. Hay muchos empeñados en descubrir América todos los días y parece “poco moderno” oponerse a los delirios nacionalistas. Pues, hoy -el día de todos los españoles- coincido con Rajoy en que debemos sentir el orgullo de ser españoles. Con nuestras grandezas y nuestras miserias, con nuestro pasado –doloroso en ocasiones- y sobre todo con nuestro futuro. Porque como escribía Eduardo Marquina: “España y yo somos así, Señora”.

1 comentario:

Unknown dijo...
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