6 de diciembre de 2010

Michaisa y la historia

El conocido tradicionalmente, en la City, como cruce de Michaisa ha sido un tradicional punto negro de circulación que, durante décadas, hemos padecido estoicamente leoneses y foráneos. El 1 de diciembre del año de gracia de 2010 –aunque este año será cualquier cosa menos gracioso- autoridades y políticos de las diversas Administraciones inauguran esta obra. Ese feliz día, tras 15 meses y 4,3 millones de euros de inversión aportados por Gobierno, la Junta y el Ayuntamiento, se ponía fin a una pesadilla circulatoria y el Alcalde de León hablaba de un día histórico. Es decir, como la caída de Constantinopla en poder de los turcos o el descubrimiento de América. Se dirán que en León somos secos, recios y taciturnos, pero cuando nos podemos a exagerar no hay quien nos iguale en el orbe.

Al parecer las obras han concluido tres meses antes de lo previsto porque, si se hubieran cumplido escrupulosamente los plazos, la infraestructura se habría puesto en servicio en el mes de abril de 2.011. Esto es, casualidades de la vida, un mes antes de ese momento tan especial que sucede cada cuatro años y que se llaman elecciones. Pero, sea porque los operarios han sido extremadamente diligentes o porque el azar gobierna los destinos humanos de forma inexorable, los trabajos ya han sido finiquitados. Incluso se diría que en las últimas semanas simplemente se han dedicado a asfaltar, señalizar y dar algunos retoques, en la vana esperanza de estirar los arreglos hasta la campaña electoral. Y digo esto porque, según una ley no escrita, las inversiones públicas son por naturaleza flexibles y tienen la capacidad de amoldarse a las citas electorales. Si acaba antes, se hacen unos retoques o se plantan unas flores, que llevará un tiempo que arraiguen; si nos sorprende la campaña electoral en plena faena se improvisa una inauguración de urgencia, aunque al edificio le falte el tejado o haya que poner un par de puentes en la autovía.
Como siempre hay cosas que añadir o rectificar en las obras (y algún carril ha quedado ciertamente angosto) en pocos meses asistiremos a otro evento. Y, para pasar a la historia, puede que coloquen una estatua ecuestre de nuestro Alcalde (o con su perro Sumo, que resulta más campechano) con una leyenda en latín.

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