17 de enero de 2011

¿Quién es el candidato?

Al final, y tras un largo y laborioso proceso, la cúpula del Partido Popular, reunida en el Instituto Leonés de Cultura (me fascina la debilidad de estos chicos por las Bellas Artes) decidió designar a Emilio Gutiérrez como candidato a la Alcaldía de la City. Desde el Partido Popular confían en que la caída libre del PSOE y las negras tinieblas de la crisis que nunca termina les permitirán recuperar la Alcaldía con cualquier candidato. El argumento parece ciertamente aplastante aunque, con esta tesis, no entiendo por qué no han nominado a Manolo el del Bombo, personaje popular y cercano, o a Ashran el Nigromante, que queda como muy exótico. Pero son ellos los que deciden, y a mí ni siquiera me han hecho una encuesta telefónica. La cuestión es que ahora la palabra la tienen los electores, y éstos son muy raros y tienen la mala costumbre de votar a quien les da la gana. Cosas de la democracia.

Se nos quiere colar que se ha buscado un candidato con perfil de buen gestor, discreto, trabajador, con experiencia, un aire nuevo y todas esas cosas que se dicen en las ruedas de prensa. Pero a nadie se le escapa que se ha elegido a Emilio Gutiérrez, básicamente, porque es una persona cercana a la dirección del partido. Y ello en detrimento de otras posibilidades con más tirón electoral y garantías de éxito, como podían ser Cecilio Vallejo o Javier García Prieto. Personas que, por otra parte, despiertan simpatías (es decir, votos) incluso en sectores ideológicamente alejados del PP, esa extraña tierra de nadie donde se ganan las elecciones.

No niego que Emilio Gutiérrez pueda ser un buen Alcalde, entre otras cosas porque creo que nos hace falta gestión y eficiencia en la cosa pública y nos sobra demagogia y palabrería. Pero si tengo claro que no es la mejor opción y que, en el fondo, no deja de ser el candidato de Carrasco, a pesar de esa imagen de adhesión inquebrantable y unánime consenso que se quiere transmitir.

En mayo pueden suceder fenómenos curiosos. Quizás Javier Arenas conquiste la Junta de Andalucía, tras una eternidad de virreinato socialista y, al mismo tiempo, Francisco Fernández conserve la Alcaldía de León. Rajoy pensará que el mundo se ha vuelto loco y tomará medidas drásticas. Por ejemplo, fumarse un puro.

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