25 de abril de 2008

Un tranvía llamado deseo



Ayer viernes, un día después de la Gran Fiesta de nuestro periódico, paseaba yo por la Plaza de San Marcelo y me encontré con un tranvía. Al principio pensé mis sentidos me engañaban o que se trataba de un efecto secundario no deseado de la gran celebración. Me informé debidamente y me enteré de que el tranvía formaba parte del PMUS. El PMUS, como todo el mundo perfectamente conoce, es el Plan de Movilidad Urbana Sostenible, un proyecto alumbrado desde el Ayuntamiento que pretende que León sea, en un futuro cercano y en palabras del Alcalde, una de las ciudades europeas referentes en desarrollo sostenible.

Se persigue, básicamente, la potenciación del transporte colectivo de viajeros y la racionalización del uso del vehículo privado. Incluso plantean la “reconversión” del servicio de la ORA, aunque ignoro el alcance esta medida (¿convertirán a sus empleados en animadores?). El hecho de que los políticos ensalcen y promuevan el transporte público siempre me ha parecido chocante, porque ellos siempre van en coche oficial, que indudablemente es un transporte público (lo pagamos los contribuyentes) pero que no contribuye mucho a la movilidad, pienso yo. No obstante, lo del tranvía me parece bien, y aplaudo que desde el Ayuntamiento se empiecen a preocupar de lo que importa a los ciudadanos: el tráfico, el aparcamiento, etc. Me parece además una buena idea que se monte una exposición sobre el tema o que se hayan hecho más de cuatro mil encuestas telefónicas a los leoneses (imagino que a cobro revertido) para conocer su opinión.

Pero no dejo de pensar en que todos los Alcaldes, de cualquier signo, aspiran ante todo a dejar su huella en la ciudad. Es lo que podemos llamar el “síndrome del Pocero”, que en Seseña ha erigido una estatua a sus padres y ha puesto a un jardín el nombre de su mujer. Porque tan importante como los grandes proyectos es conservar y cuidar la ciudad que tenemos. Todos percibimos que nuestras calles y parques están mal atendidos, condenados al olvido y a la desidia, pero el político cree que siendo un “gerente de mantenimiento” eficaz y silencioso no será recordado más allá de su mandato.

Una nota final y volviendo al Alcalde que ayer fue abuelo y vaya desde aquí mi enhorabuena. El jueves Pedro J. instaba a nuestra directora a conseguir que ese niño fuera suscriptor de este diario. El Presidente Herrera, sin embargo, pensaba que no había que mirar tanto la cuenta de resultados y había que regalarle la suscripción. Discrepo en esta ocasión del Presidente porque los suscriptores, los lectores, todos ustedes, son la garantía -y el soporte indispensable- de la independencia de un medio. Por ello, gracias por su confianza.

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