25 de abril de 2008

El 24 de abril


El 24 de abril, alarmado por el Bando del virrey Chamorro en el que, al grito de “Leoneses, la patria está en peligro” animaba a la ciudadanía a defender la Región Leonesa, me lancé a la calle, inflamado de ardor guerrero y con el objetivo de enfrentarme, en desigual combate, a cualquier Regimiento de Dragones que pudiera haber tomado la ciudad aprovechando el macropuente y la ausencia de nuestro Alcalde. Pero lo cierto es que la ciudad estaba bastante desierta, casi todos los leoneses estaban en IKEA y lo más francés que pude ver fue Carrefour, que no había sido tomado al asalto –observé- por las huestes leonesistas.

No voy a entrar en disquisiciones históricas sobre el 24 de abril y si los leoneses fuimos los primeros en alzarnos contra el invasor francés. Lo esencial no es si fuimos los primeros sino que ahora somos los últimos, y ésta afirmación encierra el gran problema de los nacionalismos y regionalismos que se extienden por España como un virus. Se preocupan tanto de defender (o inventarse) un pasado que no les queda ni tiempo ni energías (ni ganas, probablemente) de trabajar por un futuro mejor para todos.

Lo que me descoloca un poco es qué tiene que ver el 24 de abril con la autonomía leonesa. Siempre he pensado que la Guerra de la Independencia fue una lucha de los españoles por la independencia de la Patria y por la Libertad. A la postre resultó que Fernando VII, el Deseado, se olvidó pronto de aquello que dijo de “marchemos todos juntos y yo el primero por la senda constitucional” y su reinado fue uno de los más oscuros de la Historia de España. Pero no recuerdo yo que en 1.808 se hablara de identidades regionales, federalismo asimétrico, nacionalidades dentro de un Estado multicultural y todas esas babayaes que escuchamos últimamente. Es más, el artículo 1 de la Constitución de 1812, fruto efímero de la Guerra de la Independencia, nos hablaba de que “la Nación española es la reunión de todos los españoles de ambos hemisferios”.

Creo que hay que introducir dosis de racionalidad en este debate. Más que especular sobre lo que hicimos hace dos siglos o sobre lo mal que, presuntamente, nos trata Valladolid, deberíamos intentar que nuestra Comunidad Autónoma, que no deja de ser un invento administrativo –como tantos otros-, funcionara, y luchar por ese equilibrio regional que es la gran asignatura pendiente de Castilla y León.

En fin, más que lanzar arengas un tanto pueblerinas y organizar espectáculos de época para doscientas personas, lo mejor que podría hacer el Ayuntamiento por los Héroes Leoneses es arreglar la calle que lleva su nombre (el de los Héroes, claro), que tiene, como otras muchas, las aceras bastante maltrechas.


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