30 de agosto de 2010

El arte del regate

Ahora que se aproxima la Liga me percato de las grandes similitudes que existen entre el fútbol y la política. No sólo por lo incierto del resultado o por el juego subterráneo que se desarrolla en las áreas, sino porque, en ambos espectáculos, se aplica la técnica del regate. De hecho, las ‘reprogramaciones’ de José Blanco, Pepiño el Terrible para la posteridad, no tienen nada que envidiar a las bicicletas de Ronaldo o a los gambeteos de Messi.

Allá por el mes de mayo el Ministro anunciaba un recorte brutal de 6.400 millones de euros en el Plan de Infraestructuras y, según avanzaban las semanas, se iban suspendiendo licitaciones y paralizando obras. En el futuro nos encontraremos con trozos de carreteras cuya ejecución quedó detenida en el tiempo, invadidas por la vegetación en medio de ninguna parte. Quizás reparemos en alguna excavadora abandonada, como resto arqueológico de los tiempos del cemento. Más o menos como Macondo, el lugar novelado por García Márquez, ‘arrasado por el viento y borrado de cualquier memoria humana’. Para que luego digan que la Naturaleza no imita al Arte.

Pero entonces llega este habilidoso delantero que es Blanco y, con un autopase, rescata primero 500 millones y luego, colándose por la banda, consigue otros 200 y –qué buen rollo- entre las obras indultadas (como los toros), se encuentran el acceso Sur a León y la León-Valladolid, conocida como Autovía del Escorial porque llevará tantos años hacerla como el unifamiliar que construyó Felipe II.

En toda esta historia se echa en falta algo de rigor. O las obras son necesarias, y entonces hay que hacerlas aunque nos endeudemos, o no lo son, y entonces me pregunto por qué a alguien se le ocurrió la idea, como no sea para salir en las fotos o satisfacer el voraz apetito de las constructoras. Habrá que marcar prioridades, y a nadie se le escapa que la llegada de la Alta Velocidad es más importante que la reapertura del Ferrocarril ‘Ruta de la Plata’. Pero cunde la sensación de que muchas infraestructuras, imprescindibles para vertebrar el territorio en Castilla y León, quedarán en el olvido. Porque aquí, como no regalamos anchoas ni somos llave para aprobar los Presupuestos, pintamos poco. Me siento como si José Blanco me hubiera hecho un caño.

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