2 de febrero de 2011

Vente a Alemania, Pepe

Angela Merkel, que a pesar de las apariencias es una persona muy enrollada, ha decidido echar una mano a su colega Zapatero y se ha ofrecido a contratar españoles cualificados que no encuentran trabajo en nuestro país. Más que altruismo la cuestión es que Alemania, lanzada como una locomotora, necesita de estos profesionales de alto nivel, y ha decidido buscarlos en las grandes potencias de la Europa del Sur: España, Portugal, Grecia, etc. En los años 60 medio millón de españoles emigraron a Alemania en busca de alguna oportunidad, como reflejaba Alfredo Landa en ‘Vente a Alemania, Pepe’, aquella película dirigida por Pedro Lazaga. Los tiempos han cambiado, y ahora ya no aportaremos campesinos arrancados del agro andaluz y convertidos en mano de obra para la industria germana, sino ingenieros.

El problema no es que se vayan, sino quién se va a quedar. Quizás solamente desempleados perceptores de subsidios y funcionarios encargados de gestionar nuestra otrora brillante Estado del Bienestar, o lo que quede de él. ¿Y quién sufragará todo esto? Imagino que Alemania, y las remesas de dinero que envíen nuestros jóvenes cerebros exiliados. Lo va a tener crudo ZP para reorientar nuestra economía hacia el nuevo modelo productivo, innovador y sostenible, si nuestro mejor capital humano emigra allende de nuestras fronteras. Y no me tranquiliza el plan secreto que tiene Rajoy para acabar con el paro cuando aterrice en la Moncloa, del que no tenemos ninguna pista.

Lamento varias cosas. La primera no haber aprovechado mejor los conocimientos de alemán que Don José Luis San Román trataba de inculcarnos pacientemente hace más de 30 años, en mis viejos tiempos en el Instituto Padre Isla, cuando el futuro parecía algo bastante más sencillo y un poco más prometedor. La segunda, que mis hijos van a tener que emigrar a Alemania, como Pepe. La perspectiva me angustia. No sólo porque mi hija Julia se acabe casando con un germano enorme y rubicundo, algo que no encaja de momento ni en la peor de mis pesadillas, sino también porque las veladas familiares pueden ser terribles. Sobre todo cuando Otto se empeñe en cenar a las seis de la tarde. Y cualquiera le dice algo. Si se enfada me quita la pensión, si es que alguna vez llegó a cobrarla.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Está en lo cierto y,además jóvenes que podrían tener un gran futuro en España ,se van a tener que ir allí,a Alemania