29 de marzo de 2011

La Caja sobre el tejado de zinc

Esta semana nos dejaba Elizabeth Taylor, la mirada violeta más fascinante y, quizás, la última gran estrella de aquel Cine con mayúsculas que nos hacía soñar y nos educaba en el universo de las emociones y los sentidos. Una de sus películas más recordadas es ‘La gata sobre el tejado de zinc’, dirigida por Richard Brooks sobre el texto de Tennessee Williams, una historia de mentiras, secretos, ambición, reproches… y dinero, el hilo con el que se tejen los sueños, como dice Paul Newman a Maggie. De alguna manera, percibo un remoto parecido entre esta historia y la peripecia de lo que un día fue Caja España en su largo y tortuoso camino hacia la insignificancia.

También Caja España Duero camina sobre un tejado de zinc recalentado por el sol, es decir, por los activos tóxicos, la morosidad y una errática gestión. Y sólo puede hacer una cosa -como hace Maggie la gata-: saltar del tejado, y caer en los brazos de Unicaja, que amorosamente la recibe. Unicaja, más modesta en tamaño pero más aplicada en solvencia, dictará las normas. Como en la película, también aquí existen secretos y mentiras, porque uno tiene la sensación de que no le han contado toda la verdad. Surgirán los reproches, y cada uno culpará a su contrario de lo sucedido. Y sabremos hasta qué punto la desmedida ambición, o la incompetencia, de algunos políticos nos han llevado hasta aquí. Porque todo, está claro, gira en torno al dinero. La Naturaleza imita al Arte, decía Oscar Wilde, pero con poco estilo y escasa brillantez.

Uno recuerda como, hace un año, nos hablaban de que Caja España sería el germen de la gran Caja de Castilla y León, que pilotaría la operación y todas aquellas arengas al pueblo soberano. Pero nuestro fatal destino será convertirnos en un trozo de un Banco con sede social en Málaga y centro de operaciones en Madrid. No me apena en exceso que el nombre de Caja España se pierda en las arenas del tiempo, ni siquiera que la sede social se establezca a orillas del Mediterráneo. Lo triste y lamentable es el duro golpe que el desguace de la Caja supondrá para León en términos de actividad económica y, sobre todo, de empleo. Porque ésto es la realidad, y los finales felices, o por lo menos honorables, pertenecen al mundo del celuloide.

1 comentario:

La utopía de Irma dijo...

Y lo peor de todo es que aquí no pasa nada.

Saludines utópicos, Irma.-