3 de marzo de 2010

Las Directrices

El sábado pasado disfrutaba yo de un inmerecido descanso en Valdoré y pensaba bajar a Cistierna por dos razones. La primera para ver la ‘manifa’ contra las Directrices de Ordenación del Territorio y enterarme de qué va la cosa. La segunda, para que mi hijo Andrés se cortara el pelo. Como finalmente no teníamos hora en la ‘pelu’ (celebro el dinamismo del sector) no pude acercarme pero he investigado esta semana y alguna luz se ilumina en un recóndito lugar de mi cerebro.

Los sabios de la Junta se inventan algo llamado Montaña Cantábrica Central, que va de Guardo a La Robla. No parece lógico dar un tratamiento uniforme a dos zonas tan distintas como son la Montaña Oriental leonesa (muy despoblada, donde el 40 por ciento de su población tiene más de 60 años y la renta es el 65 por ciento de la media comunitaria) y la Montaña palentina, mucho más habitada, con una población mayor de 60 años de sólo un 28 por ciento y una renta que alcanza el 90 por ciento de la media de la Unión.

Como telón de fondo se encuentra el futuro de la Estación de San Glorio, gran esperanza blanca –nunca mejor dicho- de la Montaña Oriental, comarca que tiene el 80 por ciento de la superficie esquiable. Pero el asunto de las DOT es más grave, pues parte de diseñar unos ‘centros urbanos de referencia’ para la dotación de equipamientos y la prestación de servicios públicos. Y estos centros urbanos tienen que tener una población superior a los 5.000 habitantes, requisito que, casualmente, sólo cumplen Guardo y Aguilar de Campoo.

Si el Estado de las Autonomías fue un invento administrativo, con probada ineficiencia en tiempos de crisis, surge ahora una división subregional que va camino de ser otro engendro. Castilla y León me recuerda vagamente al Imperio Austrohúngaro, donde alguien gobernaba desde la capital sin enterarse de lo que pasaba en los confines de un Imperio muy diverso, con fronteras tan caprichosas como el vestuario de Sissi Emperatriz.

Volviendo a San Glorio se echa de menos el impulso político que, en la anterior legislatura, se hacía desde Diputación. Creo que los proyectos son buenos o malos en sí mismos, con independencia de la persona que los inicie, y las grandes iniciativas rara vez se agotan en un mandato. Pero ésta es otra historia.

15-agosto-2009


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