3 de marzo de 2010

Romería en Rodiezmo

Como es costumbre desde que en España gobierna Zapatero el curso político se abre en Rodiezmo el primer domingo de septiembre. Y así como en Méjico tienen a los mariachis para animar cualquier boda que se precie, aquí están los políticos como atracción estelar de la romería. En teoría se trata de una fiesta minera organizada por UGT, pero suele ser una buena ocasión para que nuestro Presidente nos sorprenda con alguna de sus legendarias ocurrencias.

Este año se esperaba con cierta ansiedad la intervención de Zapatero, confiando en que arrojara alguna luz sobre el negro futuro del carbón, que se apila en la provincia mientras las centrales adquieren mineral de importación o compran gas argelino. Pero la polémica de la semana ha venido por la imagen de los socialistas entonando La Internacional con el puño en alto. Una vez más, la anécdota se impone a la sustancia.

A mí particularmente me resultaba tan anacrónico como enternecedor ver a Leire Pajín y a Bibiana Aído en su papel de jovencitas que juegan a hacer la revolución. Me recuerdan vagamente al Pijoaparte, el protagonista de ‘Última Tardes con Teresa’, ese chico ambicioso que se hace pasar por activista de izquierdas para seducir a la niña bien que va de contestataria. Queda un poco fuerte verlas cantar aquello de ‘arriba los pobres del mundo, en pies los esclavos sin pan’, como si fueran mileuristas, pero cada uno busca la felicidad a su manera. Pero sí es descorazonador que el Gobierno piense que ser socialista consiste, hoy en día, en subir impuestos para pagar subsidios. Lo que quieren los parados son empleos, no subsidios, y precisamente desde la izquierda siempre se ha reivindicado la importancia del trabajo. Pero estamos abocados a una sociedad en la que el horizonte vital de muchos se limita a recibir prestaciones de la ubre del Estado.


El Gobierno anuncia subidas fiscales para mantener la protección social hasta que llegue la recuperación económica. Dicen que ven la luz al final del túnel, aunque me temo que son los focos de un automóvil que avanza hacia nosotros en dirección contraria. En el fondo la presión fiscal sólo se justifica por la legitimidad del gasto. La frase no es mía, se la escuché a José Borrell cuando era Secretario de Estado de Hacienda.

12 de septiembre de 2009

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