28 de noviembre de 2008

El desconcierto

Hace algunas semanas la procuradora socialista, Inmaculada Larrauri, denunciaba el trato de favor que la Junta de Castilla y León otorgaba a la sanidad privada de la provincia. Los datos que la parlamentaria autonómica exponía eran contundentes: la Junta ha gastado durante 2.007 en conciertos con empresas privadas del sector sanitario en León 30 millones de euros, frente a los 26,3 invertidos en Valladolid. Como no me consta ninguna contestación o matización por parte de la Junta doy por buenas las cifras que aportaba Larrauri.

No entiendo como la Junta emplea más dinero en conciertos en León que en Valladolid, teniendo en cuenta que aquí nos despoblamos mientras crece la población en la ribera del Pisuerga. Tengo una explicación, si bien reconozco que es un tanto peregrina: los pucelanos, cuando vienen a León a robarnos alguna empresa, aprovechan para operarse de las cataratas o hacerse una laparoscopia. Seguro que hay algún otro motivo pero se escapa a mi raciocinio o a mi imaginación.

Lo del concierto sanitario, francamente, me desconcierta. Me parece genial que alguien monte un hospital para ganar dinero, de la misma forma que otros abren un supermercado. Pero me parece muy fuerte que una parte considerable de sus beneficios deriven de nuestros impuestos a través del concierto. Sobre todo cuando, teóricamente, se opta por un modelo de sanidad pública y, en León –por no ir más lejos- la Junta ha invertido más de 100 millones de euros en el Complejo Hospitalario. Es como si me gasto una pasta en comprarme un piso impresionante y luego me voy a dormir a un hotel. La única diferencia es que ni me compro el piso ni pago el hotel con el dinero de los contribuyentes.

Y lo del Complejo Hospitalario (lo de Complejo viene porque es como el Laberinto de Creta) es una obra que nos acompañará en el tiempo, como parte de nuestra historia sentimental. Cuando nació mi hija Julia –que cumplió 8 años el mes pasado- ya habían iniciado las obras, y nadie es capaz de predecir si concluirán algún día. Está quedando muy mono y supongo que muy operativo. Pero por experiencia más o menos directa quiero apuntillar que el funcionamiento de Urgencias por la noche sigue siendo manifiestamente mejorable. Como no estés a punto de morirte pueden tardar tres horas en atenderte y aquello sigue pareciendo un Consultorio del Tercer Mundo, donde se mezcla el llanto de los bebés y los gritos de los accidentados.
Aunque igual lo que hay que hacer es concertar también Urgencias. Y de paso lo de recaudar los impuestos se lo encargamos al Cobrador del Frac. Con esta perspectiva no me extraña que algunos funcionarios se hagan emprendedores. No sea que te concierten.

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