28 de noviembre de 2008

Houston, tenemos un problema

Ayer viernes este diario nos regalaba un titular ciertamente demoledor: “El paro se tambalea en la Comunidad y deja en León 1.103 parados más”. Y los datos, a poco que uno repara en ellos, son todavía más demoledores: 95.000 parados más en España en el mes de septiembre, 6.000 más en la Comunidad. Se encoge el ánimo cuando uno piensa que, desde hace un año, cada día 1.600 personas engrosan las listas del paro en España. Y cada persona no es el frío número de una estadística, sino una familia, una historia, una hipoteca, un futuro ensombrecido por la lacra del desempleo.

Indudablemente, y como decían los del Apolo 13, “Houston, tenemos un problema”, un grave problema que es el desempleo. Y, en mi opinión, una causa directa, y es nuestra manifiesta debilidad industrial. Cuando yo era joven España era la décima potencia industrial y ahora hasta los tricornios de la Benemérita se fabrican en China.

Un avezado observador de la realidad leonesa me apuntaba sagazmente hace unos días que esta crisis durará mucho más de lo que algunos piensan, y que empezaremos a ver la luz cuando desarrollemos otro modelo económico. Hemos basado nuestro crecimiento en la construcción y en los servicios, y el pinchazo de la burbuja inmobiliaria –y las turbulencias financieras- - han derrumbado el castillo de naipes en el que tan plácidamente vivíamos. Hasta que otro sector no tome el relevo se aproximan años difíciles y no sé hasta qué punto todos nuestros líderes son conscientes de la situación.

En Castilla y León, el Consejero Villanueva se reunía hace una semana con los Gerentes Provinciales del ECYL para impulsar un paquete de trece medidas extraordinarias en materia de empleo y formación. Sí parece que desde la Junta se ha tomado como una prioridad de primer orden (valga la redundancia) el tema del empleo, pero lo cierto es que su margen de maniobra es bastante limitado. Y esto porque muchos de los problemas derivan de la propia estructura de un mercado de trabajo, excesivamente rígido, donde sólo tiene competencias el Gobierno de España.

Deberíamos haber aprovechado los años de “vacas gordas”, como hizo José según nos cuenta el Antiguo Testamento, para llenar los graneros y ejecutar las necesarias reformas. Por ejemplo, haber utilizado la época de bonanza económica para reducir las cotizaciones sociales que soportan las empresas, un auténtico impuesto sobre el trabajo que supone un freno para la contratación de nuevos trabajadores. Una medida que ahora, con la que está cayendo y las largas colas en los Servicios Públicos de Empleo, se me antoja inviable.

Tenemos un serio problema, que es el paro. Y necesitamos más fábricas y menos pedagogía.

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