28 de noviembre de 2008

El tiempo de Obama

La ilusión se ha hecho realidad y Barack Obama es el nuevo Presidente de los Estados Unidos. Hay muchas cosas que hemos aprendido estos días de los americanos, pero me gustaría resaltar dos cuestiones. En primer lugar, el alto grado de participación (más de un 66%, superando la histórica participación que llevó a Kennedy a la Casa Blanca), en un país en el que rara vez se acercaban a las urnas la mitad de los electores. Aunque hay cosas que no me explico todavía, y una de ellas es como, en la nación que inventó el PC y es la vanguardia de la innovación, uno tiene que esperar tres o cuatro horas para votar.

Pero lo que más me ha emocionado, y siento una sana envidia, es la generosidad de los candidatos, tanto de McCain como de Obama. No sólo reconociendo la valía del que fuera su rival en la arena política, sino ofreciendo una leal colaboración. Tenemos que aprender una lección en España: no hay que presumir la absoluta maldad del adversario, y es posible que yo esté equivocado.

Aunque me fastidia coincidir con Pepiño Blanco, yo también adoro a Obama. Me entusiasma su estilo, su poder de convicción, su visión de lo que tiene que ser un país. Y, sobre todo, su capacidad de movilizar una Nación, de conmover al mundo entero con un viento de ilusión y esperanza, sintetizado en ese lema electoral que es Yes, we can.

Ahora todo el mundo quiere apropiarse del mensaje de Obama, e incluso se nos quiere hacer creer que es una versión afroamericana de nuestro Zapatero. Existe una gran diferencia, en mi opinión. Obama habla a la gente de lo que le preocupa (las guerras, las hipotecas, el empleo, etc.). Zapatero nos quiere convencer a todos de que lo que le entusiasma a él es lo que nos debe interesar a los españoles, desde la Memoria Histórica hasta la Educación para la Ciudadanía.

Todos podemos aprender. El hermoso discurso de Obama, en el Grant Park de Chicago, se dirige a todos nosotros y expresa con claridad como debe actuar un político. Pasadas las elecciones, debe gobernar para todos, sin caer en la mezquindad o en el ventajismo. Obama lo ha expresado con bellas palabras, y no me resisto a transcribir este párrafo de su discurso: “a aquellos estadounidenses cuyo respaldo me queda por ganar, puede que no haya obtenido vuestro voto esta noche, pero escucho vuestras voces. Necesito vuestra ayuda. Y seré también vuestro Presidente”.

Espero y confío en que el Sueño de Obama se haga realidad. Espero, pero ya no confío tanto, que nuestros políticos, desde la Moncloa hasta nuestras celebridades locales, hayan aprendido algo. No quiero ser excesivamente optimista, pero no era tan feliz con las noticias de la TV desde que Mandela recobró la libertad.




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