29 de junio de 2009

Del Filandón al Facebook

El Bureau Internacional de Capitales Culturales promueve estos días una campaña para elegir los 10 tesoros del Patrimonio Cultural Inmaterial español (título largo, ciertamente). En la dirección web de esta Asociación (www.ibocc.org) se puede acceder a los candidatos, entre los que figura la Romería del Rocío, los Sanfermines o las Campanadas desde la Puerta del Sol. El Filandón de León, en la lista provisional que se publicaba el 24 de junio, ha conseguido situarse en un meritorio segundo lugar, por detrás de la Semana Grande de Bilbao. Desde la Concejalía de Cultura del Ayuntamiento de León se ha invitado a los leoneses a apoyar la candidatura del Filandón, y los resultados –hasta el momento- son prometedores. Yo ya voté en Internet por nuestro Filandón y hasta el 28 de junio se podrá seguir participando en esta elección, pero sólo a través de SMS. Me parece un poco extravagante que el patrimonio inmaterial se elija de la misma forma que los expulsados de Supervivientes pero también me sorprende que la lista la encabece la Semana Grande de Bilbao donde, por mucho que sea del mismo Bilbao, no acierto a vislumbrar los valores culturales.

El Filandón es una vieja palabra leonesa que designaba las reuniones nocturnas en las que las mujeres hilaban, mientras los asistentes se contaban cuentos e historias. Eran habituales en épocas ya algo lejanas, cuando las gentes –para ahorrar carbón y leña, entre otras razones- se congregaban para calentarse y entretenerse. Mucho han cambiado las cosas desde entonces y ahora la gente se comunica, básicamente, a través de la pantalla del ordenador. El éxito de las redes sociales como Facebook, donde también se cuentan historias, es un buen ejemplo de ello.
Los filandones eran una manifestación de la cultura oral de otros tiempos. Ahora con la tecnología podemos acceder a una gran cantidad de información y las palabras y las imágenes circulan por la Red a velocidad de vértigo. Quizás nos hemos empobrecido y la comunicación ha perdido en cercanía y calidez. Los filandones pueden quedar reducidos a un simple “patrimonio”, pero para buscar historias siempre nos quedarán las librerías. Aunque, entre las recetas de Arguiñano y las memorias de Aznar, sea más difícil localizar Moby Dick.

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