15 de junio de 2009

El sueño de Alejandro

Esta semana se ha acercado a León Su Majestad la Reina Sofía para asistir a la puesta de largo del Instituto Bíblico y Oriental de León (IBO). El Instituto comenzó sus actividades en el año 2.003, está dirigido por uno de esos sabios discretos que existen en el mundo –Jesús García Recio- y es una brillante realidad gracias a la colaboración de Caja España y –sobre todo- al mecenazgo del empresario leonés David Álvarez. Conviene apuntar que la grandeza de un empresario no está en lo que crea, sino –antes que nada- en lo aporta y ofrece a la sociedad.

El Centro reúne un valioso fondo arqueológico y documental y aspira a ser una referencia mundial en los estudios sobre la Biblia y las antiguas civilizaciones. Nos podemos sentir afortunados porque este viaje hacia el pasado se haga desde León. Y quizás el Museo sirva para hacernos a todos un poco más sabios o, por lo menos, algo más prudentes y reflexivos.

El Instituto abre esta nueva etapa con una exposición sobre Alejandro Magno, posible gracias a la generosa aportación de Francisco Antonovich. La figura de Alejandro es, en mi opinión, una de las más atractivas de todos los tiempos. No por sus conquistas militares sino por el proyecto de mundo que le impulsaba. Un Imperio en el que Oriente y Occidente pudieran convivir bajo una cultura en la que se fusionara de forma armónica lo mejor de los dos mundos. Pero el sueño de Alejandro fue efímero y no sobrevivió a su creador.

Una de las historias que se cuentan sobre Alejandro Magno es la del nudo gordiano. Al parecer un tal Gordias había hecho un nudo que nadie podía deshacer. La profecía aseguraba que quien desatara el nudo podría conquistar Oriente. Alejandro se enfrentó al reto y solucionó el problema cortando el nudo con su espada. Algunos piensan que simplemente recurrió a la fuerza en lugar de emplear el ingenio. Pero la enseñanza que obtengo es otra muy distinta: hay situaciones que sólo se pueden arreglar de una forma tajante, cortando por lo sano, como hizo el gran Alejandro.

Yo veo un nudo gordiano en nuestro modelo económico, asfixiado por la ineficiencia del sistema financiero y lastrado por el insufrible peso del ladrillo. Quizás Alejandro, desde el IBO y a través de los siglos, nos esté enviando un mensaje.

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