18 de junio de 2009

El rapto de Europa

A final del Libro II de las Metamorfosis, el poeta latino Ovidio narraba la historia del rapto de Europa. Europa, una joven de reconocida belleza, atrajo la atención de Zeus, padre de los dioses, que entre otras cosas era un personaje un poco casquivano y de vida bastante disoluta. Convertido en un hermoso toro blanco, Zeus se acercó a la joven doncella que, conmovida por la hermosura y mansedumbre de la bestia, se acercó y se sentó cándidamente sobre su lomo. Entonces Zeus puso el turbodiesel y la llevó a través del mar (“trémulas ondean con la brisa sus ropas” expresa el poeta) hasta la isla de Creta, donde consumó la seducción.

Mañana celebramos elecciones al Parlamento Europeo, y muchos perciben que Europa, nuestra Europa, también ha sido secuestrada. No por el padre de los dioses sino por los burócratas de Bruselas, que lo mismo nos dicen la leche que podemos producir como nos dan millones de euros (de los contribuyentes) para las obras y programas más variopintos. Y el Parlamento europeo no deja de ser un lujoso cementerio de elefantes, donde diputados de todos los pelajes dormitan plácidamente en espera la jubilación. Lo más grave es que nadie sabe a ciencia cierta para qué sirve el Parlamento, ya que todos los poderes se concentran en la Comisión y en el Consejo. Por no saber hasta ignoro quién preside tan regia institución y no tengo la menor intención de perder tiempo buscando ese dato inútil.

Pero que la Europa de hoy no sea la que muchos soñamos no debe ser un pretexto para el desinterés o la abstención. Todas las elecciones son importantes, porque es el único momento en el que los ciudadanos dejamos de ser comparsas para convertirnos en actores. Y siempre existe la esperanza de que la situación mejore.

Europa no se merece ni esta campaña electoral tan lamentable ni que la Unión Europea se haya convertido en una fábrica de Directivas, alejada de la realidad y de las personas. Pero el silencio nunca es una respuesta. Muchas personas han luchado para que la democracia sea, con todas sus carencias, una hermosa realidad en Occidente. Así que mañana, a primera hora, me acercaré al Albéitar a depositar mi voto. Aunque no cambie nada no voy a permitir que nadie me robe, ni me rapte, ese momento. Es mi momento.

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