15 de junio de 2009

Nada nuevo bajo el sol

Comenzamos un nuevo año, cuyos primeros instantes estuvieron marcados por el intercambio de SMS, que se ha convertido en el nuevo canal de comunicación, y que pretenden ser ingeniosos y originales. El problema es cuando recibes, de cuatro personas diferentes, el mismo mensaje de texto, y te preguntas si existe algún mecanismo de telepatía que consigue que todos piensen lo mismo.

Lo cierto es que la historia esa de los SMS nos ha hecho olvidar uno de los lugares comunes de la Navidades de antaño, cuando no podías felicitar el nuevo año por teléfono porque una voz te advertía, muy educadamente, que existía “sobrecarga en la red”. Una expresión tan enigmática, recuerdo, como aquella con la que el Jefe de Estación justificaba el retraso del tren: “se ha caído la catenaria”. Los mensajes de texto harán olvidar, me temo, lo que era la Ortografía y está surgiendo un nuevo idioma que igual termina siendo una lengua cooficial y en la que me manejo con una cierta dificultad.

Mucho hemos avanzado en algunos campos, aunque cada uno de enero nos encontramos con hechos y sucesos que invariablemente se repiten todos los años: tragedias como la de la discoteca de Tailandia, subidas de precios en servicios básicos, mascotas abandonadas a su suerte, buenos propósitos para el año que viene, etc. Y lo cierto es que no hemos progresado tanto como nos creemos, y así no se vislumbra una vacuna contra el SIDA ni un remedio contra el cáncer, o la posibilidad de producir alimentos que terminen con el hambre en el mundo.

Lo que no cambian son algunas de las iniciativas peregrinas con la que nos sorprenden los políticos. La semana pasada el Ayuntamiento de León nos amenazaba con “normalizar en 2.009 el uso compartido del castellano y el llïones en documentos oficiales”. Somos lo máximo: mientras el Gobierno de España suprime el BOE en papel (entre otras cosas para ahorrar el Estado seis millones de euros al año y el planeta unos cuantos miles de árboles talados) nosotros nos dedicamos a escribirlo todo dos veces. Por lo visto, según el Concejal Abel Pardo, la utilización del leonés es un derecho que reconoce la ONU y debe normalizarse. Pues que lo normalice con su dinero, no con el de los contribuyentes.

Aunque las “ocurrencias” no son patrimonio exclusivo de ningún partido y así, en último Pleno, el Grupo Popular del Ayuntamiento de la capital proponía rescatar la figura del “sereno”. Puestos a ser imaginativos, y para que no se diga que no soy constructivo, se me antoja la idea de recuperar la Orden de Caballería, para deshacer entuertos, socorrer a la viudas y amparar a los débiles. Para todos, mis mejores deseos para el año que viene. Sean felices.






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