15 de junio de 2009

El sitio de mi recreo

El pasado 12 de mayo fallecía en Madrid Antonio Vega, integrante en su día de Nacha Pop y un artista genial que ha marcado a varias generaciones de españoles, entre ellas la mía. A muchos lectores les resultará ajena esta columna pero en los 80, para muchos, Nacha Pop no sólo era un grupo sino también una forma de entender la vida y las emociones, una asignatura más de nuestra educación sentimental. Su música expresaba lo que nos hubiera gustado decir, y las letras de Antonio y Nacho parecían directamente dirigidas a cada uno de nosotros, con magia y precisión. Todos nos imaginábamos diciendo un día que “la luz de la mañana entra en la habitación, tus cabellos dorados parecen el sol” como entonaba Antonio en “Chica de ayer”, la canción con la que Nacha Pop entraba para siempre en la leyenda y en nuestros corazones. Y los miles de mensajes en la red, la gente que pasó por la capilla ardiente para decirle adiós por última vez, demuestran que su música ha arañado el corazón de personas de todas las edades.

Muchas cosas podrían destacarse de Antonio Vega pero sí me gustaría detenerme en la devoción que sentía por su trabajo y en la humildad con la que hablaba de su música. En estos días, en que cualquier engendro salido de Operación Triunfo se cree la reencarnación de Sinatra, resulta deslumbrante la sencillez con la que Antonio se refería a su obra. Él sólo quería desnudar su alma y la poesía era algo natural, nacida de la emoción o de la tristeza, de los mejores sueños o de las peores pesadillas.

Una de las canciones de Antonio Vega que nos acompañará para siempre es “El sitio de mi recreo”. Un texto, como muchos de los suyos, plagado de metáforas, pero que todos reconocemos como cercano y familiar. Así hablaba Antonio: “Donde nos llevó la imaginación, donde con los ojos cerrados se divisan infinitos campos. Donde se creó Ia primera luz, germinó la semilla del cielo azul, volveré a ese lugar donde nací. De sol, espiga y deseo son sus manos en mi pelo. De nieve, huracán y abismos, el sitio de mi recreo”

Cuando alguien escribe así, todas nuestras palabras parecen torpes y vacías. Nos queda tu música, Antonio, pero nos dejas muy solos. En el sitio de mi recreo, y en el de muchos, siempre existirá un lugar para ti.

No hay comentarios: