15 de junio de 2009

El partido

Andan las aguas revueltas en el Palacio de los Guzmanes a raíz de unas oposiciones en las que el Procurador del Común ha detectado ciertas irregularidades. Resulta paradójico que mientras Feijóo, en Galicia, reduce altos cargos, o Esperanza Aguirre elimina una Consejería buscando ahorro en tiempos de crisis aquí montamos unas oposiciones para que cuarenta personas accedan a la condición de funcionarios. O es la única receta que se nos ocurre para combatir el desempleo o por aquí concebimos el liberalismo económico de una manera muy peculiar. Aunque quizás se persigue retener el talento y evitar la fuga de cerebros porque muchos de los aprobados, a la luz de las calificaciones obtenidas, son casos de sobredotación intelectual. Que sean familiares de políticos del Partido Popular o de personas vinculadas a la Diputación podría ser una coincidencia, porque es sabido que Dios distribuye el talento -e incluso la buena voluntad- a su libre albedrío.

Pero la noticia del día es el Barça-Madrid, y hay quien no entiende que se escriba de política habiendo cosas tan importantes como el fútbol. Pero el fútbol es un juego del que se pueden extraer interesantes enseñanzas, incluso por parte de los gestores de nuestros impuestos. Por ejemplo, la forma como Guardiola organiza un equipo, haciendo que todos sus integrantes se coordinen con precisión y belleza y den lo mejor de sí mismos. O esa fe inquebrantable en sus posibilidades de que hace gala el Madrid, por mucho que nos pese (y nos inquiete) a los blaugranas. Claro que la pesadilla del paro que nos azota no tira, ciertamente, los penaltis a lo Panenka.

Pero sí en algo coinciden el fútbol y la política es que son terrenos abonados para los tópicos. En política se alude siempre, por ejemplo, a la herencia recibida o a que los otros hacían lo mismo. En el mundo del balompié tenemos el pensamiento metafísico resumido en la frase “fútbol es fútbol” o esa arenga con matiz culinario que nos incita a poner toda la carne en el asador. Y, como en política, cada resultado siempre tiene la frase hecha más apropiada. Si el Madrid se impone en Chamartín nos recordarán aquello de que “hasta el rabo todo es toro”. Pero si vence el Barcelona les podremos decir que “tanto remar para morir en la orilla”.

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