18 de junio de 2009

El subsidio

Todavía bajo los efectos de la noche más hermosa en la Ciudad Eterna, en la que el Barcelona deslumbraba al planeta fútbol en un espectáculo grandioso de belleza y eficacia, nos toca aterrizar de nuevo en la cruda realidad. Y esta realidad siguen siendo las disputas políticas y la crisis que nos azota, aunque algunos quieran ver brotes verdes en el horizonte. Yo sólo veo empresas que cierran, créditos que no llegan y personas en las colas del paro. Debo ser un pesimista.

En Economía, lo mismo que en Medicina, más importante que el tratamiento es el diagnóstico. Y esto es lo que pasa, que nos empeñamos en echar la culpa a los mercados financieros y a las políticas paleoliberales (Leire Pajín dixit) cuando lo cierto es que nuestra economía era un coloso con pies de barro. El Barcelona de Guardiola se basa en dos conceptos muy claros: talento y esfuerzo. Y nuestra economía nunca se preocupó ni de la formación ni de la competitividad. Simplemente España era el país donde más pronto se podía uno hacer rico y el dinero circulaba en abundancia. Como los malos equipos de fútbol, mucha especulación y poca creatividad.

Como no acertamos con el diagnóstico nos equivocamos a la hora de elegir las soluciones correctas. Desde el Gobierno se nos dice que ya se ve la luz al final del túnel y que hay que extender la protección social (o sea, subsidios) para aguantar hasta que la recuperación regrese. Es un drama que de los cuatro millones de parados más de un millón no reciban ya prestaciones del sistema público. Pero si no actuamos sobre las causas no servirá de nada. Tenemos que saber por qué España, que es el equipo de todos, ha pasado de jugar la Champions a coquetear con el descenso.

Se habla mucho del nuevo modelo económico, ese Santo Grial que ZP ha sacado de su chistera en plenas elecciones europeas. Más que un nuevo modelo creo que lo que hay que encontrar es una nueva manera de hacer las cosas. Como en el fútbol todo es cuestión de talento y esfuerzo.

El contratiempo de equivocarse con el diagnóstico es que el enfermo no se cura. Si lo que tiene es una hepatitis, y el Médico le escayola porque cree que es una fractura, tendremos dos problemas: la hepatitis y la escayola. Me temo que con el remedio del subsidio puede ocurrir lo mismo.

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