15 de junio de 2009

Salarios

El suplemento de economía de este nuestro diario publicaba el pasado fin de semana la noticia de que Fernández Bermejo se embolsaba al mes unos 11.000 euros, aproximadamente una mitad como ex-ministro y la otra como diputado. La cuestión no es nueva porque, al parecer, una Ley que data del año 1.980 permite que los ministros y otros altos cargos cobren el 80 por ciento de su salario en los dos años siguientes a su cese.

Sorprenden varias cosas. La primera que los políticos del alto rango puedan cobrar simultáneamente varios sueldos del erario público, cosa no permitida al común de los mortales. La segunda que lo cobren independientemente de que se vayan por voluntad propia, porque han perdido unas elecciones o porque su gestión ha sido un desastre. Ya estoy diseñando una estrategia, si acaso el azar me lleva a ocupar una cartera ministerial: lo voy a hacer tan mal para que me larguen a los quince días y me pase dos años cobrando una pasta de los contribuyentes mientras visiono los partidos de la Champions. Quizás los ministros deberían pasar un período de prueba, como en cualquier trabajo.

Y sorprende, sobre todo, la escasa sensibilidad de nuestros políticos, incapaces de imponerse medidas de austeridad a ellos mismos, necesarias en estos tiempos de hierro que nos toca vivir. Leía también que la Junta de Castilla y León dispone de 100 coches oficiales para sus altos cargos. Eso sí, marca Renault, que hay que promocionar la industria de la región. Me dirán que lo de los coches oficiales, los altos sueldos y otras prebendas es el chocolate del loro -expresión cuyo significado desconozco- pero me atrevo a proponer un experimento: con un expediente de regulación de empleo que recorte unos 100 diputados nos podemos ahorrar, como poco, medio millón de euros al mes, y todo seguiría funcionando igual. En el Senado también implantaría medidas de “flexibilización” pero antes tendría que descubrir para qué sirve, no sea que tenga alguna función oculta de trascendencia cósmica que me ha pasado desapercibida hasta el momento.

Muchos se escandalizarán diciendo que frivolizo con el Parlamento, piedra angular de nuestra democracia. Pero como soy un pringao que ni gano 11.000 euros al mes ni me he podido ir de puente se me ha agriado el carácter.

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