18 de junio de 2009

Todos rieron

La casualidad ha querido que estas jornadas electorales me sorprendieran releyendo Justine, la novela con la que Lawrence Durrell abre el Cuarteto de Alejandría y uno de mis libros predilectos. El Cuarteto narra una misma historia (o muchas historias) desde distintas miradas y con su lectura descubrimos que, en el universo de las pasiones y los afectos, cada mirada puede crear una realidad distinta. Pero la teoría de la relatividad no sólo matiza el amor o las relaciones personales, sino que también es un destacado protagonista de la política. Me explico: es ya un tópico que siempre que hay elecciones todos los partidos se sientan contentos y encantados de haberse conocido. Unos porque han ganado, otros porque no han perdido demasiado, y el resto porque siguen ocupando sus escaños. Todos felices, todos rieron, como en la película de Bogdanovich. Aunque, tal y como está España, no estemos para muchas alegrías y ni siquiera nos distrae ya el millonario fichaje de Cristiano Ronaldo.
¿A qué se debe esa extraña percepción que nuestros líderes tienen de algo tan matemático como el escrutinio electoral? ¿Nadie quiere asumir el papel de perdedor, tan literario, porque la derrota implica tener que asumir responsabilidades? Es un misterio, pero descendiendo a la cruel aritmética, el 7-J arroja conclusiones claras. Un desinterés de los ciudadanos (la participación no llegó al 46 por ciento) y un voto de castigo al Gobierno, al que los españoles no ven ni con ideas ni con decisión para afrontar la crisis. El poético mensaje lanzado desde Moncloa es que los brotes verdes anuncian la primavera de la recuperación. Como diría el castizo “ya escampará”.
Tampoco comprendo la alegría del PP. Si con cuatro millones de parados Rajoy no ha podido sacarle 10 puntos a ZP no es aventurado pensar que sigue sin cuajar como alternativa solvente. Lo más revelador de los comicios, no obstante, es la consolidación de Unión, Progreso y Democracia no ya como protagonista, sino como un soplo de aire fresco en nuestra mortecina escena política. El partido liderado por Rosa Díez, con casi 500.000 votos, irrumpe como tercera fuerza política en muchas capitales de provincia, León entre ellas. Creo que Sosa Wagner es el único que podría esbozar una ligera sonrisa.

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