15 de junio de 2009

Vértigo

Pedro J. en su video-blog comentaba que el retorno de Manuel Chaves a la política nacional era como regresar al Pleistoceno. A mí, no obstante, me recuerda a Vértigo, la película de Hitchcock, con Kim Novak resucitando de entre los muertos. Otra cosa es que yo hubiera puesto antes de Vicepresidente a Kim Novak que a Chaves, porque –con independencia de mi notoria debilidad por las rubias- no alcanzo a comprender qué puede aportar el eterno político andaluz al gobierno de España. Salvo que ZP busque acceder así a un secreto que es como el Santo Grial de los políticos: cómo permanecer más de 25 años encaramado al coche oficial, y hacerlo además con tanta naturalidad y desparpajo como actúa la ley de la gravedad.

El reajuste ministerial propiciado por Zapatero ha sido recibido con poco entusiasmo. Sin embargo creo que –fuera de la ocurrencia-fichaje de Chaves- los cambios no deberían recibir una crítica severa o, cuando menos, habría que dar un voto de confianza a los nombrados. Vayamos por partes, como decía Jack el Destripador.

Los nuevos ministros de Educación y Cultura, Gabilondo y González-Sinde acumulan, por lo menos, un amplio y directo conocimiento de las áreas que van a gestionar. En el caso de Blanco y Trinidad Jiménez creo que Zapatero acierta porque lo fundamental, en carteras como Fomento y Sanidad y Política Social, es el peso político del Ministro. La ecuación es clara: más peso político, más presupuesto.
Y, aunque mi opinión puede ser minoritaria, me parece buena elección Elena Salgado para sustituir a Solbes el Triste. No creo que sea tan decisivo ni el prestigio ni los conocimientos. Sí me parece importante la experiencia pero, sobre todo, tener las ideas claras y la voluntad necesaria para imponerlas. Y estas cualidades sí las reúne Elena Salgado, como demostró con su Ley contra el Tabaco. Incluso, siendo políticamente incorrecto –o no- creo que es necesario que el Ministerio de Economía esté en manos de una mujer. Y es que los tíos somos unos manirrotos, nos emocionamos y lo mismo invitamos a toda la barra que nos gastamos unos millones de euros en publicidad institucional que sirve para bien poco. Las mujeres –percibo- son más rigurosas, están más cerca de los problemas reales y tienen más claras las prioridades.

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